¡Desde el Carmelo de Compostela, muy Feliz y Santa Navidad!



Hemos llegado felizmente a la Fiesta de la Navidad. Desde el rincón de nuestro Blog, deseamos de todo corazón a cada uno de ustedes que hayan podido vivir, al menos desde el punto de vista espiritual y vivencial, una Noche Buena con la salud y con la Paz que este Niño Divino nos prometió que siempre nos acompañaría, antes de volverse al cielo después de su vida mortal.

Es verdad que la presencia del COVID-19 nos aflige, y nos produce el gran dolor de ver a tantas personas sumidas en la penuria, tanto física, como económica y laboral, pero pensamos como el Papa Francisco que, precisamente por eso, esta Navidad habremos sentido mucho más profundamente la necesidad de esta Presencia de Cristo entre nosotros.

Nuestra felicitación brota, pues, desde la experiencia del sufrimiento, pero es felicitación igualmente sincera y alegre, porque, desde la esperanza, queremos dar sentido y valor a estas penalidades, compartidas por la entera familia humana. Lo hacemos tomando de entre los escritos de nuestra querida Madre María Antonia algo que nos pueda ayudar a vivir estas fechas que tanto nos dicen de ternura y de lazos familiares a la luz del Misterio de Belén.

En la Navidad de 1729, Madre María Antonia se deja llevar por el encanto que este Misterio del Hijo de Dios  hecho Carne le produce. Llevada de una fuerte inspiración poética, escribe en un papelito a su director espiritual de Bayona, don José Ventura de Castro, un sencillo villancico, sin pretensiones literarias, pero con gran musicalidad. El contexto de este cantarcillo navideño se da en vísperas de grandes acontecimientos: el traslado de don José Ventura de Castro a Roma, y la salida -en peregrinación y a pie- de María Antonia de Bayona en busca del permiso de su marido para hacer un Acta de Separación Matrimonial que le permita consagrarse a Dios.  En el papelillo que contiene este precioso tesoro,  junto a la fecha escrita por María Antonia, don José anota: "Con asonancia de verso." Sean estas letrillas nuestro tema de oración durante este tiempo litúrgico. 

    * Acompañamos nuestra felicitación navideña con algunas fotografías de escenas tomadas este año de nuestras variadas representaciones en el monasterio. 




[Navidad de 1729]

 “Señor contemplativo / vámonos a contemplar,/ esperando al Niño Dios / en el humilde portal; / que de nuestros corazones / bien le podemos formar / un pesebrito humilde / en que se pueda reclinar.

Los pañales para empañar al Niño / serán pobreza y humildad, / que para hospedar su grandeza / estas dos alfombras bastarán.

Mas si Él viene a mi pecho / me traerá muchos más, / que, dulces, en este tiempo / no me podrán faltar, / porque el Niño todo es Dulce / y me dará dulce Manjar. / Y se lo dé a vuestra merced / como puede su Majestad, / con aumentos de su mucha gracia / para le poder amar”.




¡La espera acrecienta el deseo...!


 

María, Gracia espiritual; 
seno y hechura maternal: 
eres la Tierra que levanta y deifica al ser mortal; 
en Ti se ha hundido la Semilla, 
la Palabra celestial. 

María, Fuente virginal; 
Fecunda Flor, Luz germinal: 
eres regazo que encierra al Justo, Cristo, nuestra Paz; 
eres regreso al Dios eterno, 
¡oh Tú, Agua y Manantial!