Finaliza ya este caluroso mes de Julio, en el que la figura de la "Graciosa Madre, Reina y Hermosura del Carmelo" ocupa un lugar central para todos los que formamos la gran familia de la Iglesia. Y queremos recordar -recordar significa "volver a pasar por el corazón"- las distintintas Eucaristías que a lo largo del día han tenido lugar en nuestra Iglesia. Para ello, nada mejor que una sencilla Presentación, en la que imagen y música conservan la sobriedad que nos permite interiorizar todo en pacífica contemplación... ¡He aquí el enlace!:
Con la Virgen al Carmelo del Cielo
Como anunciábamos en nuestra anterior entrada, trasladamos hoy a nuestro Blog la breve reseña con que, el pasado día 10 de Julio, apenas fallecida nuestra bien querida hermana Mónica de la Cruz, nuestro Carmelo anunciaba la noticia en la página provincial de la Orden. Son apenas unas pocas pinceladas que resumen su andadura, su "historia de salvación", una historia colmadamente rica en experiencias y "aventuras a lo divino", que trataremos de transcribir de nuevo en el Blog cuando sea escrita su "Nota Necrológica", como se acostumbra a hacer en nuestros conventos, para la edificación de todas las hermanas que compartimos su misma vocación. No dudamos en que será un regalo para todos ustedes poder conocer la trayectoria de esta Carmelita, que en su pasión por dar a conocer la figura y la doctrina de nuestra Venerable Madre María Antonia, dio inicio a este modesto Blog, allá en el año de 2013, precisamente bajo la bendición de nuestra Señora del Carmen, como primera presencia en el mundo de la red. No podemos por menos de mostrar nuestro agradecimiento a Dios por haberla tenido como hermana, y el sereno dolor por su ausencia, que en realidad es una prolongación, ahora espiritual, de su presencia en medio de nosotras.
Hermana Mónica de la Cruz (Elvira Mónica Armentia Couce)
Nació en Ferrol (La Coruña) el 26 de Julio de 1961. A los 16
años ingresó en el monasterio de Dominicas de Valdeflores, (Viveiro-Lugo). Con
23 años fue enviada con el grupo de fundadoras de la Comunidad de Dominicas en
Senekal (Sud-África) todavía en tiempo del Apartheid.
Vuelta a España, después de pocos años, el Señor la condujo
hasta el Carmelo de Compostela, donde ha vivido durante 25 años con mucha
pasión, como apasionada era ella, su vocación de carmelita.
Fue una enamorada de San Juan de la Cruz, a quien "devoraba" desde los tiempos de su noviciado y de quien citaba párrafos enteros de
memoria. Y no menos de nuestra Santa Madre Teresa.
Podemos decir que ellos, junto con Santa Teresita le
ayudaron a discernir la voluntad de Dios para pasarse a nuestra Orden.
Lectora empedernida hasta el final,y celosa de la Causa de Canonización de Nuestra
Venerable M.Mª Antonia de Jesús, trabajó todo cuanto pudo por darla a conocer.
El pasado mes de Octubre se le descubrió un cáncer de
Mediastino y tras un proceso doloroso de tantos meses llevado con un gozo y una
fortaleza admirables que nos lo hacía más fácil a la comunidad, esta mañana,
durante la Novena de N.M.Sma., Ella vino a abreviar su sufrimiento. El P. Ángel de
la Cruz (Sánchez), que presidía este año nuestra Novena, pudo acompañarnos en tan solemnes momentos: entró a hacerle la recomendación del alma y, después de rezar
el primer Misterio del Rosario de la Oración y Agonía del Señor en el huerto, volaba
como esposa enamorada al abrazo de su Esposo ,tan, tan deseado.
Hablaba de su muerte como de una fiesta y quería que todas
lo viviésemos así, como su "noche de Bodas", como la Vigilia Pascual, que siempre vivió con fuego y pasión de amor, pues
la liturgia ocupaba un puesto preeminente en su corazón y en su formación
primera.
En el dolor sentimos mucha paz después de haberla visto
combatir el combate de la fe con tanta fortaleza, cantando la fidelidad de
Dios.
Agradecemos la oración por ella y por su comunidad
compostelana.
Carmelitas Descalzas de Santiago.
¡Al Paraíso te lleven los Ángeles!
¡Descansa, hermana Mónica querida, en Paz!...
Fiesta del Carmen 2020: ¡más Guapa que nunca!
“Esta divina Señora me favoreció mucho [...]. Y por esto, si
alguna virtud ha tenido mi alma, creo la debo a esta divina Princesa, después
de su divino Hijo”. (Madre Mª Antonia de Jesús)
Con gozo y regocijo hemos acudimos a nuestra cita anual con
la Virgen María, Reina y Hermosura del Carmelo. Este año toda su Novena y
después el día grande de su Fiesta -celebradas de un modo totalmente único y
especial-, nos han calado hasta el fondo, como lluvia de bendición sobre
nuestra tierra sedienta, reseca, sin agua…
Las circunstancias provocadas por el COVID-19, seguían
estando ahí, pero, en lugar de suponer un escollo o un tope que frenase el
culto y honra de sus fieles, ha sido como una "plataforma de
lanzamiento" hacia una más profunda y emotiva manifestación popular de amor
incondicional hacia la Señora. Se ha cubierto ampliamente el aforo permitido
por las autoridades eclesiásticas, y cada uno de los que han asistido
asiduamente a cada Eucaristía y a los Actos del día 16 han dado muestras de una
gran responsabilidad cívica, que ganaba en calidad, porque iba acompañada de un
deseo religioso de contribuir caritativamente en favor de todos los ciudadanos,
hermanos nuestros, hijos de Dios…
Cuando las hijas de la Madre María Antonia contemplábamos
este ininterrumpido discurrir de la gente, sobre todo a lo largo del día 16, en
que, desde las 8:00 de la mañana nuestro templo se convirtió, un año más, en el
santuario mariano con mayor afluencia de peregrinos que celebraban a la Patrona
de tierra, cielo y mar, se nos venían a la mente todos aquellos párrafos,
largos y densos, que dedica nuestra Venerable Madre en su Autobiografía a manifestar
su insuperable veneración por María, para abrirnos su alma, y descubrirnos el
interés y la trabajosa labor que hubo de desarrollar para conseguir que su
locura hacia esta Señora revertiese hacia fuera, Y fuese compartida y disfrutada
por toda la ciudad de Compostela. La apasionada devoción y gratitud hacia “esta
divina Princesa” fue una de las motivaciones más importantes que le impulsaron
a desear la fundación bajo su patrocinio y titularidad.
Para no hacer larga y cansina esta nueva entrada en el Blog,
no vamos a pormenorizar mucho nuestra Crónica que, por otra parte, comprendemos que sería
muy del agrado de quienes nos seguís desde tan recónditos lugares del orbe,
sino que nos limitaremos a dar algunos datos externos mínimos, para centrar la
atención en algo que realmente ha sido lo más significativo para nosotras.
En efecto, hemos de decirles que, durante el transcurrir de la Novena, el día 10 de Julio, fallecía santamente en nuestro monasterio nuestra hermana Mónica de la Cruz…. Fácil resultará imaginar lo que ésto ha influido determinantemente este año en nuestra fiesta del Carmen… Pero también queremos transmitirles, si posible fuese, el gran raudal de gracias espirituales que nos ha rodeado, no sólo en los días finales de su vida, sino a lo largo de sus cerca de siete meses de enfermedad…. Muy en breve procuraremos presentarles una cariñosa reseña que pueda darles a conocer la grandeza de esta hermana que nos ha dejado, y que tanto ha trabajado por difundir la devoción a la Madre María Antonia: ¡no es mera casualidad que su fallecimiento se haya producido justamente durante la solemne novena a la Titular de nuestro monasterio, Nuestra Madre Santísima del Carmen!…
El padre Carmelita invitado para celebrar el Novenario ha sido padre Ángel-María de la Cruz, actualmente en la comunidad del Desierto Carmelitano de las Palmas (Castellón). Lamentamos no poder detenernos a comentar con ustedes toda la intensidad de ideas, de ejemplos, de fervor que ha puesto en sus homilías; su misma actitud, su manera de ser suave, delicado, espiritual, cercano, ha logrado cautivar a la asamblea: ¡enseguida percibimos el buen olor de los pastores santos, esos hombres de Dios que nos hacen tanto bien, sin apenas darse cuenta de los buenos deseos y sentimientos que suscitan en nuestro corazón!…
Pero es que, además, ¡nos ponía “deberes” todos los días! Si
por ejemplo nos hablaba de como María nos enseñaba a perdonar, o agradecer, nos
proponía que durante todo el día recordásemos en algún momento, en casa, en el
trabajo, a aquellas personas a las que nunca les hemos dado las gracias por
ayudas o consejos que nos han prestado. Y que lo hiciésemos pasando del
recuerdo a los labios; que nos acercásemos a alguna de ellas y se lo dijésemos
de palabra: oye, te quiero dar las gracias por esto que tantas veces me has
regalado sin ningún interés personal.
Creemos que a todos nos ha gustado tener que hacer estos “deberes” que el P. Ángel nos animaba a realizar para alegrar el corazón de nuestra Madre. Y otra idea que parece excusada, pero que necesitábamos oír ha sido repetida por él muchas veces: dejemos a María que sea nuestra Madre. Porque muchas veces no se lo dejamos ser. Queremos nosotros ofrecerle a Ella nuestros actos, nuestras fuerzas, nuestras oraciones… ¡No!, vamos a escucharla a Ella y vamos a presentarle aquello que necesitamos que Ella cure y calme como lo hace una Madre…
Omitimos, muy a pesar nuestro, muchísimos detalles bonitos e importantes que han realzado las celebraciones en honor a la Virgen, como la presencia de nuestro señor arzobispo, don Julián, que un año más nos alegró con su preciosa homilía y su acostumbrada unción, o la presencia igualmente grata de Monseñor Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger (Marruecos), que nos habló alegóricamente, con mucha belleza, de lo que significa la lluvia, la nubecilla del Monte Carmelo que atisbó Elías subiendo desde el mar…
Creemos que a todos nos ha gustado tener que hacer estos “deberes” que el P. Ángel nos animaba a realizar para alegrar el corazón de nuestra Madre. Y otra idea que parece excusada, pero que necesitábamos oír ha sido repetida por él muchas veces: dejemos a María que sea nuestra Madre. Porque muchas veces no se lo dejamos ser. Queremos nosotros ofrecerle a Ella nuestros actos, nuestras fuerzas, nuestras oraciones… ¡No!, vamos a escucharla a Ella y vamos a presentarle aquello que necesitamos que Ella cure y calme como lo hace una Madre…
Omitimos, muy a pesar nuestro, muchísimos detalles bonitos e importantes que han realzado las celebraciones en honor a la Virgen, como la presencia de nuestro señor arzobispo, don Julián, que un año más nos alegró con su preciosa homilía y su acostumbrada unción, o la presencia igualmente grata de Monseñor Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger (Marruecos), que nos habló alegóricamente, con mucha belleza, de lo que significa la lluvia, la nubecilla del Monte Carmelo que atisbó Elías subiendo desde el mar…
Y pasamos adelante a comentar la gran novedad de este año: por primera vez en la historia, no ha salido la Imagen del Carmen en Procesión por todos los aledaños de nuestro entorno, ni hemos podido gozar con la romería por nuestras calles; no nos ha acompañado la amable Banda de Música que todos los años le dedicaba sus más clásicas y devotas melodías, como ecos y resonancias marianas, deliciosos efluvios de amor que interpretaban el sentir de romeros y romeras…
¡Pero no importa! Precisamente esta falta de Su presencia
beneficiosa por nuestras calles, logró despertar en todos, un ánimo más decidido
y apasionado por venir a estar con Ella en su propia casa. En su día, habéis
sido vosotros los que habéis venido a visitarla, como gesto de gratuidad y
agradecimiento. Siempre salía a nuestro encuentro en su trono de flores,
bendiciendo con una de sus manos, y en la otra cogiendo a su Niño, que casi se
le escapa, inclinado hacia la gente, deseando darse a todos…
En su fiesta, habéis tenido el sumo placer de ser vosotros los que la habéis venido a saludar a su propio santuario, llenando la bóveda del templo de músicas quizás menos orquestadas, pero si cabe, entonadas “con más alma”: cantos, alabanzas y plegarias, todo vivido desde el hondón del corazón, sentimientos arraigados en el alma, peticiones silenciosas, súplicas impronunciadas, que la Madre adivina, guardadas con dolor y pena, inquietudes y esperanzas….
En su fiesta, habéis tenido el sumo placer de ser vosotros los que la habéis venido a saludar a su propio santuario, llenando la bóveda del templo de músicas quizás menos orquestadas, pero si cabe, entonadas “con más alma”: cantos, alabanzas y plegarias, todo vivido desde el hondón del corazón, sentimientos arraigados en el alma, peticiones silenciosas, súplicas impronunciadas, que la Madre adivina, guardadas con dolor y pena, inquietudes y esperanzas….
Verdaderamente que todo este contexto del coronavirus nos ha
servido mucho para centrarnos más en la parte litúrgica, sacramental, siempre
acompañados por Ella, que desde su esbelta y majestuosa altura, presidía todos
los actos de nuestra Iglesia, despertando ternura y alegría en nuestras vidas.
Profundamente conmovidas hemos visto la humildad de las gentes, acercándose a comulgar después de haber asistido con sus mascarillas a toda la celebración. ¡Cuánto debe conmover a nuestra Reina del cielo ver a sus hijos en estos gestos de humildad y compromiso! Es algo así como la actitud que en la Biblia adoptaban los grandes hombres de Dios, que se abatían y humillaban reconociendo que eran un pueblo pecador. De este modo se ganaban toda la compasión y ternura del Dios-Amor, que perdonaba y amaba con mayor pasión a su pueblo elegido…
Hemos querido ilustrar con fotografías esta relación, que nos darán una cálida idea de cómo nos hemos sentido de bien viviendo la adoración al Santísimo, imponiéndose el santo escapulario, rezando en tonos de súplica suave y conjunta el santo rosario, y celebrando finalmente la "Misa de la recogida", en la que se nos tenía reservada una pequeña y consoladora sorpresa: al finalizar la misma, antes de dar la bendición final, empezamos a entonar la Salve Popular que nunca falta para despedir el día ante la Señora. La habíamos colocado en la Iglesia, con su anda, con su arco de flores, con su Niño…, igualmente como si fuese a salir por las calles, para que nos doliese menos no poder sacarla a pasear, y para que las gentes tuviesen al menos el consuelo de verla presidiendo cada acto litúrgico.
En el instante de iniciar la Salve, un discreto grupo de portadores se aproximó hasta el lugar donde estaba la imagen y con gran delicadeza la tomaron sobre sus hombros y la empezaron a balancear suavemente, dirigiéndose con ella hasta el centro de la nave principal. Muy emocionados, todos disfrutamos contemplándola… Realmente, María está entre nosotros, María vela por nosotros, ¡María cuida de nosotros! ¿Quién nos separará de su Amor y protección?...
Profundamente conmovidas hemos visto la humildad de las gentes, acercándose a comulgar después de haber asistido con sus mascarillas a toda la celebración. ¡Cuánto debe conmover a nuestra Reina del cielo ver a sus hijos en estos gestos de humildad y compromiso! Es algo así como la actitud que en la Biblia adoptaban los grandes hombres de Dios, que se abatían y humillaban reconociendo que eran un pueblo pecador. De este modo se ganaban toda la compasión y ternura del Dios-Amor, que perdonaba y amaba con mayor pasión a su pueblo elegido…
Hemos querido ilustrar con fotografías esta relación, que nos darán una cálida idea de cómo nos hemos sentido de bien viviendo la adoración al Santísimo, imponiéndose el santo escapulario, rezando en tonos de súplica suave y conjunta el santo rosario, y celebrando finalmente la "Misa de la recogida", en la que se nos tenía reservada una pequeña y consoladora sorpresa: al finalizar la misma, antes de dar la bendición final, empezamos a entonar la Salve Popular que nunca falta para despedir el día ante la Señora. La habíamos colocado en la Iglesia, con su anda, con su arco de flores, con su Niño…, igualmente como si fuese a salir por las calles, para que nos doliese menos no poder sacarla a pasear, y para que las gentes tuviesen al menos el consuelo de verla presidiendo cada acto litúrgico.
En el instante de iniciar la Salve, un discreto grupo de portadores se aproximó hasta el lugar donde estaba la imagen y con gran delicadeza la tomaron sobre sus hombros y la empezaron a balancear suavemente, dirigiéndose con ella hasta el centro de la nave principal. Muy emocionados, todos disfrutamos contemplándola… Realmente, María está entre nosotros, María vela por nosotros, ¡María cuida de nosotros! ¿Quién nos separará de su Amor y protección?...
Así se terminó nuestra jornada de cielo. Nuestra tierna
Madre, que no se cansa de mirarnos, y que nos despide con unos ojos llenos de
esperanza, asegurándonos que un año se pasa pronto, y que volverá la normalidad
y la paz a nuestras vidas…
¡A-Dios, Reina del Carmelo!
¡Gracias a ti, que nos sostienes en la esperanza!
¡Gracias por habernos invitado a tu Casa
y haber podido verte este año…
¡¡¡más
Guapa que nunca!!!
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