¡María Antonia, amiga y protectora de una valiente legionaria!


    A lo largo de este mes de Noviembre se han ido desplazando cerca de 600 miembros Cascos Azules del ejército español al país del Líbano. El día 12 de este mencionado mes, una joven era destinada a dicha Misión de Paz junto con 200 compañeros, en su responsabilidad como Médico Teniente de la Legión española. Esta joven Casco Azul pertenece a la primera Promoción de Medicina “mixta” de la Armada, en la que se ha podido alistar junto con otras jóvenes como pioneras de la rama femenina, con visible éxito. El motivo de que hagamos mención de su valerosa estancia en el Líbano, que durará tres meses, es porque esta Médico del Tercio de los Legionarios es de cuna gallega, su familia se ha encomendado a nuestra querida Venerable Madre María Antonia en muchas ocasiones, sintiendo su incondicional protección y celeste amistad.

    Nuestra protagonista de hoy, pocos minutos antes de embarcar en el avión, desde el aeropuerto de Almería, expresó su deseo de fotografiarse con la Reliquia que la va a acompañar durante su Misión de paz en tierra libanesa: ¡la de la Madre María Antonia de Jesús! Nos parece sencillamente encantador y fantástico que la devoción a nuestra santa Carmelita llegue hasta los frentes más dispares, invocada como mensajera de paz y como compañera y amiga de la concordia de los pueblos. Desde aquí auguramos una muy buena estancia y desarrollo de esa Misión de Paz a esta Médico Teniente que nos honra con su testimonio de amor hacia su tierra gallega y hacia su patria española. De seguro que nuestra Monxiña do Penedo garantizará el éxito de la Misión, y "se dejará sentir” en medio de… 
                           
             ¡“las Tiendas del Campamento”!



¿Cómo la veían quienes la conocieron?... (II)

(Proseguimos con el texto de testimonios de la Paraliturgia del día 26 de octubre de 2019)
      * Todas las ilustraciones que embellecen esta entrada han sido tomadas el mes pasado por una excursionista en los alrededores de Ferrol (Galicia).


    La joven María Antonia, en sus años de Baiona, era muy respetuosa con las cosas de Dios, en la Iglesia, y con un gran amor y deseo de recibir con frecuencia los sacramentos, sobre todo la Eucaristía.
   A Luisa Moreira, “le consta que, aunque recién casada, cuando la comenzó a tratar como a vecina inmediata, era tan ajustada y devota que se solía retirar a orar, como fue voz común se entraba muy a menudo en un escondrijo junto a la escalera de la casa de doña Quiteria Estreviz. Y la veían muchas veces en la iglesia de las monjas estar de rodillas, inmóvil, casi toda la mañana hasta que se cerraba la puerta con tanta edificación de los que la notaban que solía la madre de este testigo decir: ¡Mirad qué virtud la de María Antonia!”.

    También testimonia este respeto a los lugares sagrados la misma Bernardiña: “Si alguna vez la encontraba este testigo en la iglesia y la saludaba, le respondía con mucha sumisión que la iglesia no era lugar de hablar”.

     Doña Luisa Pereira, que era la madre de dos chicas que quisieron ser discípulas aventajadas de María Antonia, nos dice: “Y los días que comulgaba notó este testigo se retiraba a dar gracias muy despacio y guardaba más silencio, y entre las instrucciones que les solía dar les ponderaba como se debían disponer para recibir a su Majestad, y después de comulgar dar gracias al Señor y estar muy recogidas con su Majestad”.

       Había otras discípulas que vivían algo lejos de Baiona, en la ermita de la Cela. Una se llamaba Antonia Fernández, y nos dice: “Y muchas veces convidaba a comer a este testigo y a sus tres compañeras de la feligresía de Baredo, compadecida del trabajo que tenían, por estar su lugar distante -media legua de mal camino- y no traer qué comer cuando venían a comulgar”.

     Y Bernarda resalta otra gran virtud de María Antonia: “Notó en ella que era tan amiga de la verdad que le solía decir a este testigo, para aficionarla a lo mismo, que Dios era verdad, y así la había de decir aunque fuera contra sí, y que donde se decían mentiras andaba el pecado enredando”.

         Pronto se terminaron aquellos primeros años apacibles, en los que podía reunirse tranquila con sus jóvenes discípulas. En el pueblo se levanta la persecución contra ellas, y comienza a dar señales de una gran virtud. Nos lo dice una de aquellas chicas que iba con ella, Rosa de Salazar“Y alguna vez sucedió que cuando bajaban las dichas doncellas de la casa de dicha Madre María Antonia, al salir del castillo las apedreaban algunos mozos y gente libre, haciendo fisga de ellas; y las solía alentar, diciéndoles con mucha gracia: ¡Adelante con la cruz!”.

       Dios alimentó su celo con la promesa de una Fundación, que todavía no sabía dónde se iba a realizar. Una de sus discípulas, María Fernández, de la feligresía de Baredo, ermitaña de la Cela, nos dice con simpatía: “Viendo que sus compañeras tenían los mismos deseos, deseó con ansias hacer aquí una fundación en Santa Liberata para que los lograran y recoger otras muchas almas para Dios, que esos todos eran sus deseos, que todas se dedicasen a servirle con perfección. Y añade que andaba tan fervorosa en estos deseos que cuando iban alguna vez a nuestra Señora de la Cela, también decía que era aquél buen sitio para la fundación. Y a lo restante de la pregunta, dijo creía tuvo para ello algún impulso particular de nuestro Señor, porque le solía decir con mucha aseveración que la fundación se había de hacer. Y concluye este testigo en su misma lengua: Tal o dixo, tal sucedeu”.

        Conocidas son  por todos nosotros las increíbles peripecias que jalonaron su vida hasta que alcanzó el ansiado puerto del Carmelo, comenzando su vida como religiosa carmelita en el convento de Alcalá de Henares, y luego en Santiago. Es la tercera faceta en la vida de María Antonia. Los testimonios que espigamos son los de sus últimos años pasados entre sus hijas de Compostela.

   La Hna. Rafaela de la Asunción, que la quería mucho, nos dice: “Fue muy exacta en el culto divino, por la puntualidad con que la veía acudir a las horas del coro, desembarazándose de cualquiera ocupación en que estaba luego que oía tañer la campana”.

      El mismo respeto a la casa de Dios que manifiesta ya en Baiona, lo vemos reflejarse de nuevo ahora, como sucede en una Navidad. Nos lo cuenta la hna. Josefa Antonia del Santísimo:
“Notó la devoción y reverencia con que estaba en el coro y procuraba que las demás lo estuviesen; especialmente una noche de Navidad, en que quedándose este testigo con otras modernas divertiéndose en cantar y danzar en obsequio de aquel misterio del Señor recién nacido, habiendo una de ellas dado algunas risadas y mudanzas descompasadas con el regocijo y alegría que tenían, al día siguiente por la mañana fue a la celda de este testigo y le afeó todo lo que había pasado con la otra, refiriéndoselo con toda puntualidad y ponderándole que aquello no se debía hacer en el coro delante del Santísimo Sacramento”.

   Madre Mª Antonia tenía una gran delicadeza de conciencia: Dice la Hna. Mª Antonia de la Concepción“Era muy exacta y observante en todo lo que tocaba a Dios, y hacía mucha ponderación de cualquiera falta, por lo que solía decir cuando se ofrecía alguna ocasión de poder faltar: No, no; de esto no gusta mi Dios y Señor.”

       Durante algún período, en lugar de ser priora era destinada a ser maestra de novicias. Abandonaba el cargo con mucha naturalidad y alegría. Dice la Hna. Rafaela“Cuando dejaba de ser prelada, se deshacía de todo poniéndose en manos de la sucesora, y se quedaba muy alegre en la celda diciendo a las que le iban a ver, que estaba muy contenta porque ya no tenía nada”.

      Madre María Antonia era realmente muy querida también por las personas de fuera del convento, que reclamaban sus consejos. La Hna. Rafaela de la Asunción puntualiza lo que le suponía a la Venerable ser tan estimada: “Aborrecía los aplausos y estimaciones que le daban, por lo que repugnaba bajar a la portería, y algunas veces la vio subir de ella llorando por este motivo; lo que se echó más de ver a los últimos de su vida, cuando fue mayor la opinión en que la tenían de virtuosa y sierva de Dios todo género de personas”

    Hasta aquí hemos espigado unos pocos testimonios, que nos permiten descubrir que la santidad de la Madre María Antonia era una santidad ordinaria
      
      A pesar de haber sido bendecida por Dios con grandes gracia místicas que la hacían diferente al resto de las personas, ella en todo momento y ya desde niña, practicó las virtudes en grado heroico, buscando la sencillez, buscando agradar a Dios en todo, y deseosa de cumplir su santa Voluntad en todos los momentos de su vida, amando mucho sus Mandamientos. Es, pues para nosotros un modelo asequible, cercano e imitable.


        ¡Alabado sea Dios por habernos regalado esta joya de santidad, tan grande, y tan nuestra!




Fiesta de la Madre María Antonia en Cuntis 2019

Queridos amigos y seguidores del Blog de nuestra Venerable Madre María Antonia:
        Interrumpimos momentáneamente los testimonios que estamos publicando para pasar, con gran satisfacción, a ofrecerles la anunciada Presentación de Video elaborada -con el esmero y el arte que le caracterizan- por don Antonio Pena Abal, siempre disponible cuando se trata de algo concerniente a su ilustre paisana, María Antonia de Jesús. 




     Agradecemos desde aquí todo lo mejor que don Antonio dedica de su vida a favor de un mayor conocimiento y divulgación de esta figura egregia, gloria de nuestras gentes, de nuestra cultura y de nuestra religiosidad gallega, que ella ha sabido extender, a su vez, a la universalidad de la Iglesia y más allá de los límites de la Iglesia. La Presentación recoge los dos Actos celebrados el pasado día 26 de Octubre: por la mañana la Solemne Misa concelebrada, presidida por nuestro Obispo Auxiliar, en la Parroquia de Santa María de los Baños (Cuntis), la Paraliturgia vivida en nuestra Iglesia conventual aquella misma tarde. ¡Disfrutemos con las imágenes que nos brinda esta Presentación, recordando que hace dos días se ha celebrado precisamente el primer aniversario de la promulgación del Decreto de su Venerabilidad


¿Cómo la veían quienes la conocieron?…

Foto de Archivo: Todos los paisanos Cuntienses 
en el II Congreso de A Monxiña
     No puede haber virtudes, de modo que se puedan llamar virtudes, si no hay oración; ni puede llamarse oración la que no saca efectos de virtudes y el jugo y devoción para que el alma las conserve en sí”
(Madre María  Antonia de Jesús, Edificio Espiritual, f. 203v).

       Esta afirmación de nuestra Venerable Madre parece venirnos como anillo al dedo para el frontispicio de esta entrada en la que pretendemos hacerles llegar noticias de lo que hemos celebrado -hace ahora una semana, el pasado sábado 26 de octubre-, en honor da Nosa Monxiña do Penedo, es decir, el VIII Congreso anual consecutivo en su villa natal de Cuntis. Este año, como anunciamos en su debido momento, se celebraba con la peculiaridad de querer revivir en su parroquia, la fiesta de la Declaración de su Venerabilidad, casi en el primer aniversario de la aprobación del Decreto, el próximo día 7 del corriente.

 Estamos a la espera de poder compartir con todos ustedes un Video que –como suele hacer en ocasiones señaladas- nos ha ofrecido don Antonio Pena Abal, en el que ha conjugado la imagen de las dos celebraciones del día: la solemne Eucaristía de la mañana en Sta. María de los Baños, presidida por nuestro querido Obispo Auxiliar, don Jesús Hernández –concelebrada por el párroco, don Juan Carlos Mariño y don Pablo Carou-, y la Paraliturgia desarrollada ulteriormente en nuestra capilla, presidida por nuestro párroco, don Carlos Carrasco .

     Nos parece que también es una buena ocasión para darles a conocer los textos que en esa tarde se leyeron aquí por las Hermanas, tomados de una fuente de información muy valiosa que conservamos en el Archivo conventual. Se trata de la Declaración jurada –Libro de las Informaciones- de cerca de 137 testigos que fueron interrogados al año siguiente de morir Madre María Antonia. No podía haberse escogido mejor lectura, dado que estamos celebrando la Aprobación de sus Virtudes heroicas. Como resulta un texto excesivamente amplio, lo presentaremos extractado en varios apartados.
¡P. Romano, encantado, posando
sobre la roca de O Penedo!

       En cuanto a las ilustraciones, en esta primera exposición echaremos mano de algunas fotos de Archivo que nos recordarán lo que se vivó en el “II Congreso de A Monxiña”, allá en el memorable año de 2013, en el que realizó con ilusión visible su primer viaje a Galicia el Postulador General de la Orden, P. Romano Gambalunga, justo un 26 de Octubre, como este año.
        Sin más dilación, pasamos a presentar los textos de dicha Paraliturgia en el Carmelo:

TEXTO

    Con la alegría y la ilusión de todos los años, las Carmelitas Descalzas de este convento, fundado por vuestra querida paisana cuntiense, la Venerable Madre Mª Antonia de Jesús, os damos nuestra más cordial bienvenida.

      En continuación con la celebración de esta mañana en la Parroquia para dar gracias a Dios por el Decreto con el que nuestro Papa Francisco ha tenido a bien concederle el título de Venerable, reconociendo así públicamente sus virtudes heroicas, es decir, su santidad, ahora nos complace dejar que resuenen en este templo las voces de muchas personas que la conocieron en vida –personas de todo tipo y condición-, que han dejado el testimonio de lo que vieron y conocieron de ella gracias a su trato y amistad.

     Cada testigo escogido nos hablará de las virtudes concretas que María Antonia practicaba.

     Comenzamos por el licenciado don Pascual do Baño, que conoció a dicha Madre en el lugar del Penedo, feligresía de esta villa de Los Baños, desde el año de siete hasta el de nueve de este siglo, poco más o menos, con la ocasión de pasar muchas veces por junto a la casa de sus padres a la escuela, aunque no tuvo trato ni comunicación alguna con ella y sólo la conocía de vista; por lo que toca a la madre, sabía era natural del dicho lugar del Penedo, y tenía noticia de que sus abuelos maternos vinieron casados de Flandes, donde estaba en servicio del rey su abuelo, que se llamaba Domingo del Campo, a quien conoció este testigo; y añadió, que venía bien acomodado, pues hizo casa y molinos y dos batanes, y fue el que dio principio al dicho lugar del Penedo, y que de su abuela no tenía más noticia. Todo lo cual, dijo, sabía por haber conocido a su abuelo”.

      María Antonia se traslada a los catorce años de edad a la villa de Bayona. Aquí empieza a conocer a vecinas y a gentes que se convierten en grandes amigas suyas. Vamos a preguntarles cómo la veían actuar tanto de soltera como de casada.

         El señor Abad dice de ella “que aunque no tenía noticia de su crianza y educación y de lo más que le pasó hasta los catorce años que vino a su casa -como tiene referido-, sabía que en este tiempo le traía su madre con mucho recogimiento y sujeción y la trataba con alguna aspereza de palabra, pero que siempre notó en ella mucha paciencia y sufrimiento y muy bellas inclinaciones: amiga de dar limosna a los pobres y socorrerles en sus necesidades, de frecuentar los sacramentos, de asistir en la iglesia, como lo hacía en compañía de su madre según se lo permitía hasta que tomó el estado de casada, que lo hacía con más frecuencia, como dirá después. También dice notó en ella un genio manso y apacible con todos”.

         María Antonia se conmovía ante las desgracias familiares. Recién llegada a casa del señor Abad, una niña huérfana, Bernarda de Salazar, dice que “había conocido y tratado a su madre en la dicha casa del señor abad, la cual no admitía la visitase persona alguna sino este testigo, por ser huerfanita y de tan cortos años, como tiene dicho. Tuvo un trato íntimo y muy familiar con dicha Madre, el que corresponde a unas amigas y vecinas inmediatas que en Dios se amaban y querían, por lo que le solía decir a este testigo (que tendría diez años, poco más o menos, cuando se comenzaron a tratar) que tuviese mucha fe y esperanza en Dios y fuese muy devota de san Nicolás de Bari, que era amparo de huérfanas, lo que aconsejaba a este testigo por haberlo quedado desde niña; y asimismo le decía -son palabras formales suyas-: Bernardiña, téñote muita lástima porque quedache sin pai e sin nai”.

        Así mismo, una tía de esta niña, Francisca Antonia de Salazar, nos cuenta acerca de su caridad que en cierta ocasión vino muy asustada a la casa de este testigo y contó a su hermana, doña María Rosa, cómo el dicho don Pablo [mayordomo del Abad] la había cogido en la despensa recogiendo qué dar a los pobres, los que la seguían y buscaban por el alivio que encontraban en ella. Lo que ejecutaba con más libertad después de casada, distribuyendo con ellos lo que su marido le enviaba para su manutención.”

      Don José de Castro, su humilde y santo confesor, nos cuenta también algo impresionante de su caridad:

“En cierta ocasión, llegando a dicha villa de Bayona una pobre mujer que había sido penitenciada por la Inquisición, y que, por lo mismo, la despreciaban todos y no le querían dar limosna, movida de su piedad la misma Madre, sin reparar en lo que podían decir ni en la inmundicia de que estaba llena, la recogió en su casa e hizo acostar en su misma cama, con cuyo ejemplo y otras providencias que tomó este testigo se movieron otras personas a socorrerla”.



(Continuará)