¡Vamos a cantar las mañanitas a la Madre María Antonia de Jesús!
Depositamos nuestro amor y gratitud ante ti, en tu iglesia,con flores a porfía... |
Es el tercer año en que
llegamos, con creciente gratitud, a celebrar el día del nacimiento de nuestra Venerable
Madre Mª Antonia. Como se ha dicho en otras ocasiones, aunque normalmente se
suele celebrar a cada santo en la fecha de su fallecimiento (en el caso de la SdD., su “Dies Natalis” se
verificó el 10 de marzo de 1760), sin embargo en nuestra comunidad desde
siempre se determinó celebrar su fiesta –en el ámbito casero- el día de su
cumpleaños (6 de octubre de 1700), porque el mes de marzo cae normalmente en
tiempo de cuaresma. De este modo, se han venido celebrando
sus festejos el día 6 de octubre, por eso venimos a nuestro rinconcito
santiagués para cantarle con toda el alma las felicidades, queriendo que todos
ustedes se puedan unir a esta alegría desbordante con la que procuramos honrar
a nuestra Madre todos los años, haciendo así visible en este Carmelo el
espíritu de comunión y de fraternidad que ella tanto deseaba inculcar y
transmitir entre nosotras y todos los que se acercaran a esta Casa de María.
Pensamos que una “felicitación” que agradará mucho conocer a nuestros hermanos y amigos del Blog es una “Diana” compuesta hace muchos años por una hermana que ya ha fallecido y que se convirtió en “la amanecida” que, al despertar el alba, vamos entonando en cada tramo de los pasillos por donde se sitúan las celdas. Es un canto cuya música pertenece a una composición gallega muy antigua, pero tan devota, que hizo que la hermana se inclinara a ponerle la letra también en gallego. Nos gusta tanto y nos agrada tanto cantarla en su día, que si no se pudiera exagerar y decir que recuerdan a los versos de Rosalía de Castro, para nosotras, es al menos como una bocanada de presencia y alegría de los santos ya en esta tierra. ¡Helo aquí!:
Pensamos que una “felicitación” que agradará mucho conocer a nuestros hermanos y amigos del Blog es una “Diana” compuesta hace muchos años por una hermana que ya ha fallecido y que se convirtió en “la amanecida” que, al despertar el alba, vamos entonando en cada tramo de los pasillos por donde se sitúan las celdas. Es un canto cuya música pertenece a una composición gallega muy antigua, pero tan devota, que hizo que la hermana se inclinara a ponerle la letra también en gallego. Nos gusta tanto y nos agrada tanto cantarla en su día, que si no se pudiera exagerar y decir que recuerdan a los versos de Rosalía de Castro, para nosotras, es al menos como una bocanada de presencia y alegría de los santos ya en esta tierra. ¡Helo aquí!:
Ruinas que quedan de lo que ha sido la espléndida vivienda de los Pereira Andrade. |
“Luz da i’alba
sonríe no ceo, / xa cantan as aves; despuntando cos bicos da brisa, / xá
quediño falan as follas dos arbres. / Xá a aurora, chorando, aparece, / botando
seus larmes / que recoien as frores,
tembrando, /com’a perlas puras / choradas dun anxo.
¡DESPERTAI!...
c’os paxaros comenzan as laudes / pra alabar / Noso Señor / e xa as trémulas
follas dos arbres / musitan, calando, / a sua oración.
¡DESPERTAI!... qu’este día nosa venerable / o mundo
veu, / pra Deus amar. / ¡Levantaivos, que é dia honorable/ e a nosa santiña /
vir felicitar!”.
Dos tradiciones se han
mantenido a lo largo de decenios que queremos consignar. una es el llamado
“concierto de campanillas”, que consiste en que, a las once en punto de la
mañana, se interrumpen los trabajos en las oficinas y cada hermana, cogiendo
pequeñas campanillas, se apresura a recorrer alegremente
todas las dependencias del convento, deseándonos un día feliz de la venerable.
Ángulo del claustro, con su Capa delante de sus Restos, bellamente adornados. |
Pero también queremos que,
por encima de todo, sean la voz y la pluma de M. Mª Antonia las que resuenen y
den belleza a lo que presentamos, por lo que hemos pensado que, si cuando nace
un nuevo ser humano, además de elevar un canto a la Vida por él, se tiene que
felicitar a la madre, ¿a quién, pues, tendríamos que felicitar en el día de
hoy?...
…¡A María do Campo y Andrade, ése es su nombre! Sí, ella es la madre de Mª Antonia de Jesús, que en un principio, al bautizarla, le pusieron el nombre de Flavia-Antonia, hasta que, en el momento de su confirmación, la jovencita prefirió cambiarlo por “María Antonia”, como definitivo.
Y le vamos a pedir a
ella, a María Antonia, que nos presente con sus propias impresiones quién era
para ella su madre, doña María, y que nos cuente algo acerca de su nacimiento:
“[…] Mis padres no tenían más de lo necesario para mantener su casa, que no les ha dado Dios muchas conveniencias temporales; aunque sí venían, por la misericordia de Dios, de gente bien nacida; aunque esto no importa mucho, el que me detenga en explicar mi genealogía; que basta para el caso de obedecer al que me lo manda decir que eran mis padres hijos de cristianos viejos. Mi padre se llamaba Manuel Pereira, descendiente de
Escudo de don Fernando Andrade y Sotomayor, arzobispo de Santiago y pariente de Mª Antonia. Adosado en la fachada del convento de Agustinas recoletas de Villagarcía |
“Decía mi madre
que solo siete meses me trajo en sus entrañas y que estaba muy cierta de esto.
Y como nací sin la cabal cuenta, no salí muy fuerte de fuerzas ni nunca las he tenido. Decía mi
madre que era muy menuda de huesos y ésta sería la causa por que decía su
merced que no había casi sentido dolores ni molestia al nacer yo. Y, como no
era del tiempo común de todos los nacidos, por temor de que me muriese, me llevaron luego a recibir el santo bautismo.
Me crió mi madre a su pecho con mucho cuidado, que era su merced muy amante de
sus hijos” (Auto. P.I., T.I., f.3) .
Por fin, y pidiendo disculpas
por la extensión de este nuevo “asomo” en el blog, no nos resistimos a dejar de
transcribir el Soneto que otra hermana ha querido dedicar a la tierra que vio
nacer a esta estrella deslumbrante de Compostela:
A su tierra natal
De tu verdor, tierra de
Cuntis, brota
tierna y dulce, enredada
en tus bellezas
María Antonia, mostrando
las grandezas
bebidas en tu seno gota a
gota.
Vertiste en su ser el
canto sereno,
la paz expresiva de tu
semblante,
y en su mirar quedó
limpia y radiante
la suavidad de tu paisaje
ameno.
Así iba a ser su vida:
mansa y fuerte,
abierta a los requiebros
más divinos,,
vestida de humildad, como
tus gentes.
Bebió la reciedumbre de
tus fuentes,
siguió por Dios los
místicos caminos,
anudada a tu amor hasta
la muerte.
¡Madre María Antonia de
Jesús: Felicidades!
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