Jornada de Oración Carmelitana: Covid-19

También tras las celosías se acierta a ver el Sol de la Esperanza...
"Mira mis llagas:
no estás sin mí.." 

(Palabras de Jesús
a Santa Teresa)

       Así rezaba el lema escogido por nuestro Padre Provincial, Miguel Márquez, para convocarnos a una jornada de oración a toda la familia carmelitana de la Península Ibérica. Desde nuestros habituales “confinamientos” –las Carmelitas hemos escogido libre y amorosamente estos espacios claustrales como retiro para la contemplación-, todos, tanto la rama masculina como la femenina, acogimos con muchísimo ardor e interés su llamamiento, por lo importante y deseosos que estamos de vivir estos momentos de dolor y de sufrimiento en comunión con todos nuestros hermanos y hermanas de la tierra.

      Se pensó en el sábado, 28 de marzo, por celebrarse en nuestra Orden el cumpleaños de Santa Teresa. Nuestra comunidad, las hijas espirituales de nuestra Venerable Madre María-Antonia de Jesús, escogimos la hora de la oración de la tarde, y preparamos con delicadeza y cariño la Paraliturgia que iba a sumarse a tantas otras plegarias de nuestra gran familia carismática a lo largo del día.

   Hoy, desde nuestro Blog, nos gustaría haceros llegar el mensaje de esperanza y de consuelo que siempre se saca como fruto de una oración compartida con Cristo en medio de nosotros: Jesús no deja a nadie sin su consuelo y esperanza, porque Él sabe transformar el dolor y la muerte en semillas de Resurrección, tal y como lo ha hecho de su propia experiencia de dolor en su Pasión y en su muerte, que no tuvieron la última palabra...

Cristo Flagelado presidiendo
nuestro momento orante
   Nuestro momento de oración fue siguiendo las pautas que P. Miguel nos ofreció a todos los Carmelitas como posible guía orientativa, a decir verdad, escogiendo textos, oraciones y poesías muy acertadas, que lograron “tocar” nuestro corazón. Sin más, exponemos un breve resumen de cada una.

       Se abrió la oración con la Palabra de Dios (Lamentaciones, 3, 17-26):

“Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha [...]. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión; antes bien, se renuevan cada mañana”


    “Mira mis llagas: no estás sin mí…” Era esta la consigna que quería recoger todo el sentido y contenido de nuestra plegaria común. Palabras directas que, en la persona de Teresa, podíamos hacer nuestras cada uno de nosotros. Pensábamos con cuánta más razón podían hacerlas suyas los enfermos de la terrible pandemia que nos azota, los familiares que se miran unos a otros impotentes, sin posibilidad de acompañar a sus seres queridos precisamente en los momentos más necesarios de sus vidas… ¡Cuánto sufrimiento acumulado y extendido! Teniendo, pues, presentes estas Palabras de Cristo, se leyeron las escritas por Nuestra Santa Madre:

     “¡Oh fuentes vivas de las llagas de mi Dios![…] ¡Y qué seguro irá el que procurare sustentarse de este divino licor”… 
     Verdaderamente, las experiencias de los místicos, su manera receptiva de acoger el Don, y su destreza espiritual para recrearlo en nosotros, nos ayudan a sentir tan cercano a Dios, su Amor, su Vida, entregada en ese "licor precioso de su sangre derramada"… 

     A continuación, una hermana recitó el poema que santa Edith Stein, OCD, había compuesto en vísperas de la 2ª Guerra Mundial a nuestro Padre San José.

       
Talla policromada (siglo XVI)
Repitiendo en su estribillo con insistente súplica: ¡San José, cuídanos!, queríamos, como nuestra Santa Carmelita alemana, expresar el más profundo grito de auxilio que en nombre de tantos dolientes de la tierra presentábamos al Santo Patriarca, seguras de su atenta escucha y compasión… He aquí algunos versos:

    
   "El cielo, pesado y oscuro, se nos cae encima. / ¿Es que siempre es noche y la luz nunca más quiere aparecer? / ¿Es que el Padre, arriba, se ha apartado de nosotros? / ¡Mira! un rayo se abre paso victoriosamente entre las nubes, / como un ojo paternal, amoroso y clemente. / Y así acepto todo lo que nos angustia. / ¡Acógelo! ¡San José, cuídanos!

     Fuertes tormentas braman por la tierra, / robles orgullosos, yacen ahora desenraizados y quebrados / ¿Se quebrará incluso el alcazar de la fe? / ¡Sé tú su refugio! ¡San José, cuídanos!"

       Nos resultaba impresionante escuchar esta súplica de una mujer Carmelita, que acabó falleciendo en los horrores del campo de concentración de Auswich. Parecía repetirse la misma situación de angustia: hoy no es la Guerra Mundial, se trata de una pandemia que recuerda lo que San Agustín escribía en una ocasión: "Un gran enfermo yace en todo el Orbe: solo el Médico divino podrá curarlo"... ¡San J_osé, cuídanos!

“Si sabrá la Primavera / que la estamos esperando…”
       Este vino a ser el momento de mayor ternura y emotividad. Se trata de la poesía que una Carmelita Descalza del Carmelo de Antequera -Hermana Lucía- ha escrito recientemente inspirada y conmocionada por la situación que afecta al mundo como consecuencia del Covid… Escuchábamos con recogimiento a la hermana que la declamaba en nuestro coro…, y que en el último momento no pudo contener más sus sentimientos, trasluciendo en su temblorosa voz cuanto en realidad todas pensábamos y sentíamos también. Valdría la pena transcribir íntegro el poema, suponemos que si buscáis en Internet, tendréis la suerte de encontrarlo y recitarlo pausadamente. Aquí sólo recogemos muy espigados varios versos, para aquellos que agradezcan tener a su alcance alguna referencia concreta:



“Si sabrá la Primavera / que la estamos esperando…
Cuando llegue y no nos vea / ni en las calles ni en los barrios…
¿Pensará la Primavera / que tal vez se ha equivocado?
¿Escuchará los lamentos / de quien se quedó en el paro,
De quien trabaja a deshoras / por ayudar a su hermano?

Si sabrá la Primavera / que ya la estamos soñando…
Esperando como nunca / que nos regale el milagro
De ver florecer la vida / que hoy se nos va de las manos…

¡Bienvenida Primavera! / Hueles a incienso y a ramos.
Ven a pintar de azul-cielo / esta tierra que habitamos.
Si será la Primavera / que está apresurando el paso…”

        Realmente emocionadas, dejamos espacio al silencio, para poder interiorizar esta metáfora tan bella, la Primavera, que nos ha llegado como una caricia que desearíamos poder brindar a cada uno de los seres vivientes que nos hemos unido  -como fruto de un dolor común- como verdaderos hermanos...

     Finalmente, nuestra madre priora concluyó el acto con la oración entrañable que nuestro Papa Francisco ha rezado, dedicada a la Madre de Jesús y nuestra:




     “¡Oh María! Estamos seguros que proveerás,
para que, como en Caná de Galilea,
pueda volver la alegría y la fiesta 
después de este momento de prueba”
¡Ayúdanos, Madre del Divino Amor!

¡San José, un descubrimiento inusitado para celebrar su Fiesta con más alegría!

¡Fascinante descubrimiento del fresco de San José, admirablemente conservado
 en el transcurso de varios siglos!


     En el mes de septiembre del pasado año de 2019, después de varias décadas sin realizarlo, nuestra comunidad juzgó conveniente hacer una sucinta limpieza del Retablo Mayor de nuestra Iglesia Capilla. Para este trabajo, que requería delicadeza y competencia, se acudió a una gran profesional restauradora compostelana, Doña Mª Ángeles Santiago, cuya pericia se ha hecho manifiesta por la gran cantidad de obras sacras que ha restaurado en los templos de la ciudad y aledaños, restauraciones y limpiezas muchas veces difíciles y sutiles, que le han merecido gran reconocimiento en su profesionalidad artística.

         Para llevar a cabo su trabajo de limpieza del Retablo, se colocaron los andamios pertinentes, que alcanzaban la altura del ático de la calle central, en cuyo medio arco resalta la figura en relieve de la Apoteosis de San Gregorio Magno de excelente calidad, que recobró la belleza de su color primigenio gracias a este proyecto de limpieza.


         Estando la restauradora subida a la altura del mencionado tímpano del Retablo, acertó a vislumbrar entre el espacio que queda de separación con la pared frontal del templo una imagen en principio difícil de visualizar, pero que le hizo comprender que en esa pared original, detrás del Retablo, existía una pintura al fresco. Llena de emoción, trató de enfocar con una cámara lo mejor posible el modelo iconográfico de esta figura, y nos mostró con ilusión su descubrimiento. Al instante comprendimos que se trataba de la imagen de nuestro Padre San José, imagen primitiva, la primera, probablemente, que ocupó el frontal de la Iglesia antes de que las religiosas pudieran construir el Retablo en madera con sus bellísimas imágenes actuales.

         A la luz de este descubrimiento, la comunidad ha podido investigar mejor los principios de la construcción del templo. Una vez más se pone de manifiesto el extraordinario amor que nuestra Venerable Madre Fundadora le profesaba a este Santo tan particularmente venerado en la Reforma Teresiana. Si la Santa avilesa quería que el titular de sus monasterios fuese dedicado a nuestro Padre San José, ahora se desprende del descubrimiento del fresco de la pared frontal de nuestra Iglesia que Madre María Antonia tuvo –como ella misa lo explica en su Autobiografía- un inquebrantable deseo de poner por titular del monasterio compostelano a Nuestra Madre Santísima del Carmen. Pero, como señal de eterna gratitud y consideración hacia quien ella llamaba cariñosamente “mi padrino”, se apresuró a hacer pintar en la pared principal de la Iglesia un fresco bien hermoso del Santo Patriarca. De hecho, el Retablo actual de estilo neoclásico, con la imagen espléndida de nuestra Señora del Carmen (escultura del imaginero gallego Juan Antonio Fabeiro), pensamos que se construyó en las últimas décadas del siglo XVIII, gracias al patrocinio de don Gregorio Crestar y Gondar, canónigo penitenciario de Santiago.

Niño Jesús en brazos de San José (Detalle)
         Llegados a este punto nos causa enorme satisfacción poder presentarles dichas fotografías, que nos revelan la delicadeza del autor o autora que tan bien han sabido plasmar los rasgos de nuestro santo Patrón: la dulzura de unos ojos de mirada serena y amable, junto con el discreto trenzado del cabello que se recoge hacia atrás. La vara florecida de azucenas, en la mano derecha, con sensación de suave movimiento. Igualmente, el gracioso rostro del Niño Jesús, con su mano apoyada en el hombro de su padre, que parece sostenerlo permitiéndole inclinarse hacia delante, como queriendo entregarse a quien los contempla.

¡San José, protector silencioso
de nuestro templo
durante tantos siglos desapercibido!
           A la espera de poder hacer un estudio más detallado y especializado de esta pintura, aquí dejamos esbozados simplemente nuestros sentimientos de gozo y fervor que ha despertado en nosotras, y que pensamos será también de gran regocijo para todos ustedes, ayudándonos a celebrar este año  la Fiesta del Glorioso Patriarca San José contagiados por el entusiasmo que nuestra Madre María Antonia le profesaba. ¡Que también cada uno de nosotros acudamos a su intercesión y nos conceda cuanto le pedimos, pues a ella nunca le faltó cuando más lo necesitó en los lances y trabajos más comprometidos!

  Queremos también asegurarles a todos nuestra plegaria y la ofrenda de nuestros sacrificios para solidarizarnos con esta preocupante epidemia mundial que afecta a todos los pueblos de la tierra. Confiamos a la intercesión de San José, Patrono de la Iglesia Universal, que se detenga la ola de contagios, y que, como Maestro de oración, nos ayude a descubrir la huella de Dios, su amorosa llamada a la conversión en esta "Cuaresma unirversal" que se nos ofrece como una oportunidad de reencuentro con el Amor de Dios y con su Gracia .











"Vivir de Amor 
no es plantar en la cima del Tabor 
su tienda el peregrino: 
es subir con Jesús hasta el Calvario 
y abrazar la Cruz como un tesoro"

Santa Teresa de Lisieux (Poesía Vivir de Amor)





" Es muy amigo de cruz, 
y quien se precia de enamorado
sepa que no es amor 
si no sabe padecer por el Amado" 

(Madre María Antonia de Jesús, Autobiografía, f. 102)