¡Qué buena compañera de camino, en la enfermedad, María Antonia!

   Gozando todavía del buen tiempo que nos está regalando la naturaleza, finalizados ya los meses de vacación estival, nos parece que va en armonía con todo ello el testimonio que un joven de origen extranjero ha querido compartir con nosotras, las hijas de la Madre María Antonia de Jesús, permitiéndonos su publicación, aunque, eso sí,  manteniendo la reserva de su "autoría", para poder expresarse con más libertad de sentimientos. La familia de este joven está muy vinculada a nuestra comunidad. Hay que decir que son unos “enamorados del Camino”, el Camino de Santiago, y raro es el verano en que no aprovechan alguna semana pare realizar diferentes etapas de las variadas rutas. Prefieren hacerlo “en solitario”; naturalmente, tras el abrazo al Señor Santiago, no puede faltar su visita a nuestro convento... Este año, sus dos hermanos, de 29 y 27 años respectivamente, han hecho un valiente esfuerzo atravesando todo el camino francés. Es por ello que nos parece oportuno ilustrar el relato con fotografías alusivas al “Camino”, pues para ellos supone tanto hacerlo cada año, como un tiempo de comunión táctil y profunda entre su alma, su cuerpo -pletórico de salud-… ¡y Dios! 


    Testimony:

     "My name is D. G. Just over a year ago I was diagnosed with ulcerative colitis, an inflammatory disease of the large intestine. The symptoms started in June 2017 and became more aggressive as time went on. I was a very active guy and exercised twice a week, either by running or playing football, but by December 2017, I had lost a lot of weight and I had become very weak and anaemic. My mobility became virtually non-existent, as I became bed bound and couldn’t walk far before starting to feel dizzy.

   Lots of medication was prescribed to me, including steroids and immunosuppressants, but my body did not respond to these. It had reached early February and, despite all the prayers being said and Masses being offered up for my healing, nothing seemed to improve. During this time, my family asked for intercession from the Carmelite Sisters of Santiago, and they urged us to call upon the intercession of Mother Maria Antonia, the foundress of their convent. As the medication continued to make no difference, by mid-February I had to receive surgery, which involved a subtotal colectomy and the creation of an ileostomy.

     Although it was serious, I felt comforted by the prayers received and my faith in Jesus was strong. My mother would daily call upon Mother Maria Antonia’s intercession for my healing. Although this first operation removed most of the symptoms of ulcerative colitis, I still continued to have abdominal pain for many weeks after. These problems were supposedly brought about by side effects from the medication I was given before the first operation. 

      Eventually, by late April, I had to have a second operation which removed the discomfort and pain in my abdomen. This was a challenging time for my family and I, as our faith was tested further and I found it difficult to keep trusting in God and His will for my life. It felt like another mountain to climb having already recovered from the first operation.

      Thankfully, since the second operation, my body has fully healed in about six months. Although it was a healing that took plenty of time and patience, it was a miracle none-the-less, as I journeyed from a state of sheer immobility, anaemia and being incredibly skinny, to becoming mobile and active again, alongside eating well and putting weight back on to a healthy/normal level. Looking back on the year, I feel that the prayers of the Carmelite Sisters of Santiago, and particularly the prayers of Mother Maria Antonia, were very powerful and I continue to experience the graces and fruits of those prayers even now, half a year later. I am very grateful to the sisters and to Mother Maria Antonia for their prayers and I thank God that I have been given a second chance at living life to its fullest.
         Praise God, now and forever. Amen".

        Para facilitar la comprensión de este precioso testimonio, que hemos preferido presentar en la propia lengua materna en la que ha sido escrito, lo repetimos en su traducción castellana:


Testimonio:


     "Mi nombre es D. G. Hace poco más de un año se me diagnosticó colitis ulcerosa, una enfermedad inflamatoria del intestino grueso. Los síntomas comenzaron en Junio de 2017 y fueron empeorando al pasar el tiempo. Yo era un tipo muy activo, y hacía deporte dos veces a la semana, o bien corriendo o bien jugando al futbol, pero para Diciembre de ese año había perdido mucho peso y me encontraba muy débil con anemia. Mi movilidad se hizo virtualmente nula, me quedé encamado, y no podía andar mucho sin comenzar a marearme.

  Se me prescribió mucha medicación, incluyendo esteroides e inmunodepresores, pero mi cuerpo no respondía. Llegué así hasta Febrero, y, a pesar de todas las oraciones y Misas que se ofrecían por mi curación, nada parecía mejorar. Durante este tiempo, mi familia pidió la intercesión de las Carmelitas de Santiago, y ellas nos animaron a pedir la intercesión de la Madre María Antonia, la fundadora de su convento. Puesto que la medicación continuaba sin hacer nada, hacia mediados de Febrero tuve que ser operado, con una parcial resección del colon y la creación de una ileostomía.

       Aunque la situación era grave, me sentía confortado por las oraciones que se hacían por mí, y mi fe en Jesús era fuerte. Mi madre invocaba diariamente la intercesión de la Madre María Antonia para obtener mi curación. Aunque esta primera operación hizo cesar la mayor parte de los síntomas de la colitis ulcerosa, yo seguí con dolores abdominales durante muchas semanas todavía. Estos problemas parecían ser consecuencias de la medicación que se me dio antes de la primera operación. Eventualmente, a finales de Abril, tuve que ser operado de nuevo y esta segunda operación remedió las molestias y dolor del abdomen. 

        Fue un tiempo duro, tanto para mí como para mi familia, en que nuestra fe fue aún más probada; se me hacía difícil mantener la confianza en Dios y en su voluntad en mi vida. Era como una nueva montaña que subir, después de haberme recobrado de la primera operación. 

   Gracias a Dios, desde la segunda operación, mi cuerpo recobró completamente la salud en unos seis meses. Aunque esta sanación requirió mucho tiempo y paciencia, sin embargo fue un verdadero milagro, el haber pasado de un estado de pura inmovilidad, anemia y estar en los huesos, hasta volver a estar hábil y activo de nuevo, poder volver a comer bien y recobrar peso hasta un nivel normal, sano. Mirando hacia atrás, todo este año, siento que las oraciones de las Carmelitas de Santiago, y en particular las oraciones de la Madre María Antonia han sido muy poderosas. Continúo experimentando las gracias y los frutos de esas oraciones hasta ahora, medio año después. Estoy muy agradecido a las Hermanas, y a la Madre María Antonia por sus oraciones, y doy gracias a Dios de que me haya dado una segunda oportunidad de vivir la vida en plenitud.
          Alabado sea Dios, ahora y por siempre. Amén".



     ¡Gracias, querido amigo, por tu testimonio, y la fragancia espiritual con que manifiestas tus más profundas vivencias de aquellos difíciles momentos!
 La Madre María Antonia seguirá guardando tus pasos en tus futuros
 "Caminos de la vida" … 

        Ya te ha demostrado que significas mucho para ella:
 ¡no te fallará!



Comentarios