"¡En la noche del Amor...!": Solemnidad de la mística doctora más joven de la Iglesia
Dejémonos calar suavemente, recitando su magno poema: "Vivir de Amor", por este derroche de "misterio", esta corriente de Agua Viva que salta desde su corazón de enamorada hasta el Corazón Eterno de Dios...
La experiencia mística de esta excelsa Santita -que nunca pierde su arrolladora actualidad-, hay que captarla entrando en su sencillo estilo literario: ella no buscó en la poesía la perfección estilística, que no dominaba por inclinación natural; pero toda su delicadeza espiritual, su "estilo" de ser y de vivir, era como el correr de unos versos que brotaban "de su fuente". Esa "fonte que mana y corre", majestuosa e irrefrenable, la empuja a expresarse con la belleza del lenguaje poético, siguiendo la vena de su padre san Juan de la Cruz.
Iremos desgranando algunas estrofas de esta larga poesía de Teresita, conocida y tantas veces meditada. Pero hoy vamos a pedirle que nos transfiera algo del Amor que la invadía mientras cantaba este Cántico a su Esposo ... "¡en la última noche, la noche del Amor!"...
* Señalamos que todas las fotografías de esta entrada corresponden a la veneración que durante el Triduo de su Fiesta del año pasado se tomaron en nuestra Iglesia, de tan linda talla, propiedad del monasterio.
¡Vivir de Amor!
En la última noche, la noche del Amor, hablando dulcemente y sin parábolas, Jesús decía así: "Si alguno quiere amarme, que guarde mi Palabra, que la guarde fielmente: mi Padre le amará y vendremos a él, ¡moraremos en él! Será para nosotros una morada viva, ¡será nuestro palacio! Pero también queremos que more él en nosotros, lleno de paz, ¡que more en nuestro Amor!"
Vivir de Amor... quiere decir guardarte,
a ti, Verbo Increado, Palabra de mi Dios...
¡Te amo, Jesús mío, Tú lo sabes!,
¡me quema con su Fuego tu Espíritu de Amor!
Amándote yo a Ti, atraigo al Padre... Mi débil corazón, se entrega sin reservas...
¡Oh Augusta Trinidad! ¡Tu eres la Prisionera, la Santa Prisionera de mi amor!
inmolarse en silencio por las almas.
¡Por la Iglesia y sus Ungidos yo me ofrezco!:
¡Acéptame, Señor, sobre tus Aras!
Vivir de Amor... no es en la cumbre del Tabor
plantar su tienda el peregrino de la vida:
es subir con Jesús hasta el Calvario,
¡y abrazar la Cruz como un tesoro!
"¡Vivir de Amor, oh qué locura extraña -me dice el mundo-, cese ya tu canto! ¡No pierdas tus perfumes, no derroches tu vida!"
¡Jesús, amarte es pérdida fecunda!: ¡Tuyos son mis perfumes para siempre!
Morir de Amor... ¡dulcísimo martirio!
Y es el martirio que sufrir quisiera.
Mi Dios será mi eterna recompensa.
Este será mi cielo y mi destino:
¡VIVIR DE AMOR!
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