¡Las campanas cantan tu gloria, en el 262 aniversario de tu Pascua!
Como todos los años, llegamos a esta fecha del aniversario del fallecimiento de Madre María Antonia de Jesús con gran respeto y veneración. Hace justamente 262 años, la comunidad, mientras perdía de alguna manera la presencia física y visible de su querida y admirada Madre Fundadora, empezaba a experimentar los efectos múltiples o “signos” -que diría el evangelista Juan- de su eficaz protección e irradiación espiritual sobre las almas.
Siempre en esta fecha solemne de su óbito -10 de marzo- nos gusta transcribir algún testimonio de primera mano que nos imbuya de aquellos momentos, del ambiente que se respiraba en torno a la enferma, que ya daba muestras de ir llegando al final de su existencia, al ansiado encuentro con su Dios y Señor.
Consideramos que es muy interesante escuchar al médico que durante los últimos años de vida de Madre María Antonia la atendió con asiduidad, y damos una vez más gracias a la feliz inspiración secundada por el P. José de Jesús María de abrir el Proceso de su canonización al año siguiente de su muerte (1761-62).
Dejamos, pues, ante
ustedes la declaración de don Pedro Bedoya y Paredes, hombre poco inclinado al
idealismo o a la milagrería que no se pueda constatar con alguna base
científica, como él mismo nos confía:
[En el Interrogatorio, a la segunda pregunta]… respondió no le tocaban las generales, que se llamaba don Pedro Bedoya y Paredes, que tenía sesenta años de edad y el estado de casado, era médico del ilustrísimo cabildo de esta ciudad de Santiago, donde era vecino, y no se sentía ligado con censura alguna. Y respondió […].
Y repreguntado si tiene
noticia de su muerte y si concurrieron algunas circunstancias particulares en
ella, dijo tenía noticia de su muerte por haberla asistido hasta su fin, pero
que dos días antes de fallecer, la dijo, madre, póngase en la cama que está muy
mala y mejor lo pasará en ella que levantada y estará más bien para curarse; a
lo que le respondió la dicha: ¿Qué más tiene morirse en pie, que acostada? Y
replicando el que declara: No ve madre que así en pie no se le pueden hacer las
medicinas. Volvió a responder: Poco las necesito ya, conozco la buena voluntad
de vuestra merced, pero esto me conviene. Dos días después de lo dicho, recibió
un recado el declarante para que fuese a visitarla, y entrando, la halló muerta
en el locutorio; desde donde la hizo conducir a su celda para que la
compusiesen para sus exequias, y se retiró a su casa. El día siguiente, se le
volvió a llamar con el motivo de que las religiosas notaban el semblante de la
difunta en todo semejante al que tenía viva, y por tanto, les parecía que no
estaba muerta; y habiendo entrado el que declara, notó lo mismo y que el color
del rostro no era distinto del que siempre tuvo, que todas sus articulaciones
estaban flexibles, aunque frío todo el cuerpo, por lo que para mayor seguridad
la sangró del pie y salió la sangre tan flexible como si viviese.
No obstante estas pruebas, mandó no se le enterrase hasta el día siguiente, y a las cuarenta y ocho horas de haber muerto, volvió a sangrarla y salió la sangre del mismo modo, flexible y con un olor fragante, tanto, que hoy conserva un pañuelo que empapó en ella y con el mismo suave olor, manteniéndose flexibles los miembros y el semblante sin mudanza. Y que dicho pañuelo, con un pedazo de la camisa que le cortó al mismo tiempo, le conserva hoy con mucho aprecio y mantiene dicho suave olor, aunque no tan subido.
Y vuelto a preguntar si
tiene las dichas circunstancias por milagrosas y por qué, y si sabe que antes o
después de su muerte hiciese su Majestad por su intercesión alguna otra cosa
milagrosa, respondió que durante su vida no tiene noticia más de lo que ha oído
decir a otras personas de la ejemplar vida y ajustado virtuoso proceder de la
referida madre, pero que a su saber y entender, la respuesta que dio al que
declara dos días antes de morir, es muy regular inferir de ella que fue
pronóstico de su muerte y que con efecto la conocía próxima, y que por algún
motivo superior le convenía morir vestida y no desnuda en la cama; que el salir
la sangre flexible, estar las articulaciones flexibles y el rostro natural
después de cuarenta y ocho horas difunta, se puede tener por milagroso, pues no
puede ser natural respecto de haber muerto de una enfermedad que totalmente se
opone a la fluidez de la sangre, y no hay motivo para que se presuma que sus
humores fuesen causa de la flexibilidad dicha de los miembros ni menos del
color natural del rostro, pues antes bien, según la naturaleza de ellos debía
haber perdido lo rosado y brillante del cutis, con otras razones físicas que se
pueden presentar y hacen muy cierto el asunto. Y respondió".
Para sentirse más unidos a todos los que a través del Blog tratamos de compartir nuestro amor y veneración hacia la Madre, han querido sorprendernos con este video que tiene el mérito de que sus tomas han sido expresamente escogidas para embellecer simbólicamente el mensaje de la Madre que nos transmite.
¡Que Dios les pague, queridos Hermanos Contemplativos de Girardota, tan precioso compartir! Madre María Antonia no dejará de bendecir sus vidas y cuidará del crecimiento espiritual y material de sus dos jóvenes Fundaciones que dan un sello de frescura al Carmelo universal!
Comentarios
Publicar un comentario