La cruz es el Amor

El 14 de septiembre es una fecha importante para el Carmelo. Se celebra la fiesta de la Exaltación de la santa Cruz,  se nos invita a continuar nuestro camino monástico a la sombra de la Cruz, esperando en este sosiego y soledad la Resurrección de Nuestro Señor. Se nos motiva a contemplar que la cruz es vida y a la vez es el amor de Cristo crucificado por la humanidad. 

A través de la contemplación de Cristo crucificado la madre María Antonia tiene una experiencia fundamental que la lleva a reconocer a la persona de Jesús como el centro y fundamento de su vida, que le ayuda a tener la certeza del amor de Dios en su vida, a la vez que alcanza un mayor  y conocimiento de Dios. Descubre que el verdadero amor ha de pasar por la experiencia del crucificado. 

 

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Avanzado en su camino de seguimiento a Jesús y ante la tentación de ver comprometido su matrimonio, relata que estando un día mirando en su cuarto un Crucifijo de mediana estatura y pidiéndole a Jesús que le de su ayuda relata "me pareció que me habló su divina Majestad desde la cruz estas palabras: Apártate de la ocasión en que me puedas ofender; y sígueme".[1] Está experiencia conmovió mucho el interior de la madre María Antonia, de tal forma que narra que los frutos fueron un profundo amor por Jesús y especialmente este crucificado.

A partir de este momento comenzó a ahondar en su oración de meditación en el seguimiento que Jesús crucificado quería de ella. En primera instancia, comprende que se trata de un mudarse de la casa donde habitaba para evitar caer en tentación; pero muy pronto, se da cuenta qué el seguimiento que quiere Jesús de ella es mucho más profundo: "Discurría yo adonde o por donde había yo de seguir al Señor. Ya se deja conocer que sería su Majestad a entender que le siguiese por el camino de las virtudes y trabajos"[2]; ciertamente, el camino propuesto por el mismo Jesús fue el de amarlo a través de los trabajos espirituales y cotidianos. Las tribulaciones que la madre debió afrontar a partir de este momento le ayudaron a comprender qué significaba seguir a a Jesús, qué era la Cruz y qué era el amor que el Señor tanto predicó en los evangelios. 

Por otra parte, el amor a Cristo y a la Cruz se convirtió en fuerza para sus empresas, entre más amaba la Cruz más fuerza recibía "tenía gran contento en padecer; porque acordándome de aquella palabra que me dijo nuestro Señor desde la cruz sígueme, parece infundió en mi alma un amor a la cruz que no lo puedo explicar con razones. Todo era poco por quien se dejó clavar en ella.[3] 

Estás experiencias de la madre, ayudan a comprender el significado de nuestra propias cruces, pero también que la cruz finalmente es vida, es esperanza, consuelo y fuerza para el camino. El crucificado se nos muestra en la cruz, nos ama, nos dice como somos amados, nos ayuda a mantener fija la mirada en el y nos fortalece. Es por ello, que la cruz de Cristo es amor, redención y unión con los crucificados que nos encontramos en el mundo. En este sentido la invitación es a orar frente al crucificado y a encontrar esa palabra esencial para nuestras vidas que sea fortaleza para nuestras luchas cotidianas.

EL próximo 6 de octubre celebraremos la memoria de la venerable Maria Antonia, para unirnos en oración.



[1] María Antonia de Jesús. 2021. Autobiografía. Editorial Fonte, Burgos. Pág 89

[2] María Antonia de Jesús, Ibid. 96

[3] María Antonia de Jesús, Ibid. 106

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