Consejos evangélicos
Célula de Profesión realizada por una hermana en Pergamino |
Para las
Carmelitas Descalzas, el mes de septiembre se presenta como el mes que nos
indica una etapa de mayor sobriedad y oración. Nuestra Regla nos invita al ayuno
y a la austeridad, para darnos la oportunidad de ahondar más en nuestro camino
de comunión con Dios, fraguado en una soledad llena de vibraciones místicas…
Es por ello
que el día de la Fiesta de la Santa
Cruz (14 de septiembre), nuestra Orden determina -para
dar inicio a este tiempo de mayor énfasis espiritual-, que tengamos un Acto de Renovación de nuestros Votos, es decir,
renovación de aquella Promesa Solemne que le hemos hecho al Señor “ante la gran asamblea” de la Iglesia de cumplir la
guarda de la Castidad ,
Pobreza y Obediencia hasta la muerte.
Por eso nos parece
interesante poder ofrecerles la visión que Madre María Antonia tenía acerca de
esta gracia de poder pronunciar y vivir sus sagrados Votos. Veamos someramente
algunas pinceladas.
Crucifijo de Madre Mª Antonia el día de su Profesión Religiosa |
Nociones
generales.
Madre María Antonia de Jesús tuvo desde su juventud muy claros conceptos
acerca de la perfección cristiana. Era consciente del llamamiento universal a
la santidad: "¿no tienen los casados
tanta obligación de ser santos como los que están en los desiertos?" (Autobiografía). Las convicciones de la Sierva de Dios están del
todo conformes con las enseñanzas del Concilio Vaticano II: “Todos los fieles de cualquier estado o
condición están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección
de la caridad" (Lumen Gentium 5, 40).
Y comprendía a su vez, la perfección que se encierra en el estado religioso: "no me podía negar [mi confesor] que el
estado religioso era más perfecto"
(Autobiografía).
Pero una vez ya en
la vida religiosa, el Señor le dio muchas luces sobre la importancia de la Profesión y la fidelidad
a ella: “Me hizo el Señor un gran peso
sobre las obligaciones de mi nuevo estado, que no me pedía, ni quería más de mí
que el cumplimiento muy puntual en todo lo que había profesado” (Autobiografía).
Visión actual de la Ropería. Encajonadas de la fundación. |
a) Valor evangélico de la pobreza
Madre María
Antonia de Jesús tuvo desde niña una inclinación particular hacia la virtud de
la pobreza: “desde mi tierna infancia deseé ser pobre, como los que andan pidiendo de
puerta en puerta”.
Bernarda de
Salazar testifica que “luego que oía a
los pobres, sino estaba la puerta abierta les echaba la limosna por la ventana
y otra veces por debajo de la misma puerta, por lo que la buscaban los pobres”.
Pero una vez ya insertada en su vida religiosa,
es extremosa en el cuidado de cumplir y de valorar este Voto. En el Carmelo de
Alcalá, la madre Francisca de la Santísima Trinidad , testifica que se comportaba
en el oficio “de priora con mucha
liberalidad, procurando el alivio y regalo de las religiosas en salud y
enfermedad. Lo que dijo sabía por lo que experimentó por sí misma, y porque
siendo enfermera le dijo que no reparase en gastos con las enfermas y que
procurase cooperar a su alivio y regalo, costase lo que costase”.
Torno exterior:¡la austeridad no está reñida con la belleza! |
Una hermana
de velo blanco, a la que solía ir a pedirle para sus pobres, dice que era “muy caritativa con los pobres, como
lo experimentaba la declarante, que ejercía el oficio y ministerio de la
cocina, y su reverencia el de portera, que solía ir con muchas instancias a
rogarle le diese alguna cosa para los pobrecitos, y la decía: ‘Mi niña, dame
alguna cosita para los pobrecitos, si no te lo tengo de hurtar’, y
respondiéndole que lo pagaría en el purgatorio, le decía, que lo que se daba a
los pobrecitos no se pagaba en el purgatorio” (Informaciones).
Con respecto a su hija Leonor, religiosa en el convento de
MM. Dominicas de Loeches, madre e hija procuran ser fieles y se comprenden
mutuamente. En una carta a sor Leonor le dice:
“padezco
la pena de no poder mostrar mi debido agradecimiento con sus reverencias si no
es de palabra por ser una pobre carmelita descalza que no puedo nada [...] Para
cuando estás mala, es lo que digo que siento no poder enviarte alguna cosilla,
que aunque no te falte nada como llevo dicho, si yo pudiera tuviera gusto, ni
fuera cosa extraña que tu madre te lo enviara, pero hija no tengo nada más del
santo hábito que traigo puesto”. Y en otra misiva: “Ahí te envío esas rosquillas para que las repartas
[...] hija, no tengo otra cosa”.
El candor de
la Sierva de
Dios en su infancia está acreditado por muchos declarantes en Informaciones. Don Domingo da Silva, de
los Baños de Cutis, declara que tenía “un
genio muy lindo y de condiciones sencilla y sin malicia, aunque advertida para
lo bueno”.
La hermana Ana María de San José de la comunidad de Alcalá
declara el recato con el que estaba cuando la visitaba su marido: “Y en la castidad fue muy recatada, como
lo notó cuando la venía, alguna vez rara, a ver el hermano fray Juan Antonio de
San Joaquín, su marido, que prevenía a las religiosas fuesen al locutorio para
no estar a solas con él, y nunca le trató sino de hermano».
Las monjas
de las comunidades de Alcalá y Santiago, percibían la fragancia de la pureza de
la Sierva de Dios.
María Teresa de San Rafael especifica: “En la castidad, notó este testigo, era tan
recatada que no gustaba que en las recreaciones se tocasen conversaciones
pertenecientes al estado del siglo y, cuando esto se hiciese con algún motivo
honesto, aconsejaba fuese con vocablos muy modestos; y algunas veces cortaba
estas conversaciones con algún gracejo, conque las divertía de ellas”.
El tañer de la campanilla nos convoca como la "Vox Dei". Esquina del claustro con la Urna de la Venerable al fondo. |
De la contemplación
de la obediencia de Jesucristo —"obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz" (Flp 2,8)-, brota la obediencia
de Madre María Antonia de Jesús. El deseo continuo de agradarle e imitarle,
hacen que busque cumplir perfectamente en todo la voluntad salvífica de Dios. Una vez en Bayona, tras un penoso
acto de obediencia, el Señor le manifestó su vocación de fundadora; le dijo: “En el
corazón humilde y obediente reposa mi cabeza. Tú serás fundadora de un convento”.
Con relación a esta ocasión da María Antonia la clave de su obediencia: “yo
quería morir obedeciendo por mi dulce Jesús [...] sólo deseaba el padecer por
su amor hasta la muerte”
Aconseja la perfección, no solo en cosas importantes, “sino en las más menudas. Porque para ser
perfecta nuestra obediencia, debemos hacer caso y aprecio de ellas”. E
insiste: “se debe hacer muchísimo caso y
reparo, sin pasar por alto la mínima cosa que nos ordena y manda la santa
obediencia”.
La observancia de la Regla
y Constituciones la realizaba la
Sierva de Dios con esmero y sencillez, evitando
interpretaciones personales. La hermana María Cayetana de la Purificación ,
testimonia: “en cuanto a regla y
constituciones, solía decir, que a lo escrito y a la letra, y como lo decía, lo
observaba con la mayor perfección”.
Finalizamos este rápido recorrido de su cumplimiento fiel a
los Consejos Evangélicos con una
declaración de una de sus hijas de Santiago, acerca de la obserbancia religiosa
que denota al par que un enorme amor hacia la liturgia una gran finura espiritual en la Madre :
“En cuanto pudo procuró allí [en el convento de Alcalá] así de súbdita como
de prelada el mayor culto y veneración de Dios así en su persona como en los
demás, no sólo en lo interior sino en lo exterior, en la exacta observancia de
las sagradas ceremonias. Esto hallándose ya en su nuevo convento de Santiago lo
adelantó en sí y en los demás con nuevo y especial cuidado”.
¡Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto...! |
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