Madre María Antonia de Jesús y Santa Teresa

Visión espectacular de nuestra Iglesia adornada para vivir la Eucaristía en honor a la Santa el 15 de octubre de 2018
          No podemos por menos de reflejar en nuestro Blog la alegría de haber vivido la Fiesta en honor a nuestra Madre Santa teresa de Jesús, el pasado 15 de este mes. Justamente cuando se cumple la octava de su Fiesta, cedemos gustosos la palabra a nuestra Madre María Antonia, recogiendo la narración de su Autobiografía -(ff. 188 y ss.)- donde explica detalladamente su vinculación afectiva y espiritual con su Santa Madre, que llegó a ser para ella una luz insustituible en su andadura mística y en su faceta de fundadora. ¡Disfrutemos de este relato tan carmelitano y tan sobrado de encanto y de frescura narrtiva!

      “[…] Pues con estos pensamientos, me pareció que el Señor me representó un convento no muy grande de religiosas, de número corto, entre ellas muy unidas, sirviéndose unas a otras […]. Todo su modo de vida entendí […]. Lo que me pareció, y según entendí, que era una  religión muy perfecta y de mucha gloria de Dios; que parecía se estaba su divina Majestad deleitándose y complaciéndose de tener en su Iglesia orden tan santa y perfecta. Como mi Madre santísima me había ya dado a entender el que tomase su santo hábito, en esta visión no me lo representó; sino el modo de vida que tenían estas religiosas. Que conocí ser ésta la religión de mi Madre santísima del Carmen.

      Después de ver este convento, me dio el Señor grandes deseos de saber si sería de esta orden santa Teresa, que entonces la llamaba así a secas, porque con las demás devociones que yo tenía de rezar a santos, tenía a nuestra santa madre desde muy niña, que le rezaba cada día, no más de por haber oído que era muy santa; y como se llamaba santa Teresa de Jesús, le tomé devoción; pero nunca había oído si era esta santa religiosa, o lo había sido, por mejor decir […].
      
          Como decía, en esta ocasión de repente me dio un grande deseo de encontrar con su vida, para ver si era de la orden que yo había visto. Y no podía desechar este deseo de mí, que parece me estaban diciendo al oído:
–Carmelita ha sido, y de ese modo de vida que has visto tan perfecto.
      Con este deseo de esta vida, no sé cuántos días he estado discurriendo si la hallaría en Santiago, o en alguna parte, para informarme de si era esta santa conforme lo que interiormente sentía. 
      Pues vino mi confesor de Tuy de allí a unos días. Díjome mi confesor que allí traía un libro de la Vida de santa Teresa de Jesús, que se lo habían dado en Tuy, rogándole que lo trajese; que su merced no lo buscó de propósito según me ha dicho, sino que se lo habían ofrecido que lo trajera a su casa.
       Como yo vi que era la Vida de nuestra santa Madre, me confundí de ver el prodigio de Dios que concurría tan de presto con mis deseos. Yo llevé el libro a mi casa, y veo claro que no me engañaban interiormente de lo que se me decía que era carmelita; y no solo eso, sino que la orden que había visto la había fundado la santa.

Bonito ángulo que recoge la imagen de la Santa
junto a la lápida de Madre María Antonia.
     Me dio  mucho consuelo esta santísima vida y me animó a proseguir o empezar a tratar la fundación, que ya estaba entablada en el modo de cómo había de ser, digo, si se fundase. Lo más que leía en este libro, así para mí como para las demás, era en Camino de Perfección, que parecía nos estaba la santa madre hablando al corazón con aquella celestial doctrina, que venía bien al modo de vida que yo quería tuviésemos, aunque no fuese tan de presto en religión por los inconvenientes que había que vencer para lograr el estado con perfección. Como digo, la vida de nuestra santa madre me animó mucho por los trabajos que dice padeció en su fundación de Ávila. 



Altarcito de la Santa Madre colocado
 en el coro bajo, con su relicario-
    Pero yo tenía dificultades distintas que nuestra santa madre que vencer. Lo primero que yo no era santa ni tenía la virtud de mi gran madre, para con ella vencer toda contradicción que se levantara contra mis deseos. Lo segundo, que estaba casada y lo poco esperanzada por lo natural de quedar libre del marido para emprender obra, que a los ojos del mundo, parecía locura, y no tenían sino mucha razón”



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