"Galega tiña que ser".... ¡Hasta el cielo, María del Salvador!

 
Todavía nos parece muy reciente la fecha de su partida a la casa hogareña del Padre.... Para María del Salvador, esa mujer extraordinaria que Dios puso en nuestro camino apenas iniciada la andadura del Proceso de Canonización de nuestra Madre María Antonia, se ha roto esa "fina tela" que la separaba para el dichoso Encuentro con Su amado Dios y Señor.

El pasado 3 de este mes de mayo, con 92 años de edad, al alborear el día de los santos apóstoles Santiago y Felipe, se nos fue, se nos alejó físicamente, esta gran amiga, a la que siempre hemos considerado, junto con nuestras inolvidables hermanas Inmaculada del Corazón de Jesús y María Sofía de la Santísima Trinidad, el alma que ha sostenido y afianzado lo que podríamos llamar "el gran fenómeno María Antonia de Jesús"

Desde el primer momento en que -en el ya lejano año de 1988- el que era nuestro arzobispo compostelano, Cardenal Rouco Varela, nos comentó que estaba recibiendo cartas petitorias de unos fieles pidiendo la apertura del Proceso de "A Monxiña do Penedo", la Providente aparición y solicitud de María del Salvador, que era una amiga conocida solo por una de las hermanas mayores, se constituyó en el pilar precioso y sabio sobre el que hacer toda la estructuración y coordinación de la parte material de la Causa.

Ingente era el trabajo que se abría ante nuestros ojos. Desde el primer momento, ella se nos ofreció con radical desinterés para poner a nuestro servicio todo lo que pudiera sernos útil de sus "limitados" talentos para llevar adelante esta divina aventura.... 

Su primer encuentro con la autobiografía de la Madre María Antonia nos resulta inolvidable... Durante los días de una memorable Semana Santa, se hospedó en nuestra hospedería, vivió como una auténtica ermitaña, se leyó con avidez y con deleite creciente cada página, tomando sus notas, y concluyó su experiencia de aquellos días -que siempre juzgó como inefables- dejándonos su primer trabajo sobre María Antonia, al que luego le sucederían todos los demás...

Es imposible tratar de reproducir en el reducido espacio de una entrada todo lo que se tendría que ir mencionando de ella, porque si la preparación del Proceso duró tres años intensivos, en los que diariamente -con un permiso especial del arzobispado- María acudía al interior de la clausura a guiar todo lo concerniente a la informática, a la digitalización de los documentos que abundosamente le proporcionaba la hermana Inmaculada, en sus inagotables pesquisas de archivera, y transcriptora fiel de todos los escritos autógrafos de la Venerable, esta convivencia diaria "de trabajo" se prolongó ulteriormente en una constante consulta y comunicación estrecha entre ella y nosotras, mientras se seguían dando en Roma los pasos pertinentes propios de  una Causa de esta envergadura.

Solo -y muy de soslayo- mencionamos la magnífica defensa que hizo tras la elaboración de la Positio Super Vitutibus -en el año 2006, en el que se le pidió que nos representase en Roma, cerca del Relator de la Causa-, hasta lograr una muy hermosa publicación de la misma, que gozó del beneplácito de los distintos exámenes del Dicasterio: aprobación de los Consultores Históricos, y de los Consultores Teólogos, hasta alcanzar el visto bueno de los señores cardenales, y la consiguiente promulgación de la heroicidad de sus virtudes, pasando así a ser Venerable a través de un Decreto firmado por el santo Padre Francisco, el 7 de noviembre de 2018.

Todo lo dicho es, en muy breves trazos, lo más representativo de su valiosa contribución. Pero en el momento de decirle desde esta página del Blog lo que no se puede ni siquiera pretender, nos parece que su ingente trabajo palidece cuando el corazón nos pide recordar su otra faceta, más vital y entrañable que ninguna otra: la de su riquísima y peculiar personalidad con la que nos dejó gozar de su amistad profunda, alegre, dinámica, sensible, espiritual.... 

Algo más iremos hablando sobre todo esto, porque hablar de María do Salvador es hablar de una personalidad tan inagotable como quienes la hayamos conocido podemos reafirmar unanimamente: una mujer dotada de cualidades tanto intelectuales como humanistas que excedían los niveles normales de catalogación. Si bien es verdad que nunca permitió que en su tabla de valores entrase en absoluto la absurda vanidad ni el detenerse en considerar esas dotes a nivel mundano: buscadora infatigable del Amor de ese Cristo del que ella hablaba con todos hasta llenarla de ternura y humedecer sus ojos -como la descubríamos tantas veces mientras nos comentaba algo espiritual en medio de los trabajos-, mantuvo esta actitud de enamorada hasta su último suspiro. La víspera del día de su fallecimiento, nuestra madre priora habló con ella, como lo hacía todos los días mientras estuvo internada- , y María le comentó con gran lucidez: "Mira, si Dios me llama, yo me voy muy contenta, me voy contenta de verdad. Yo ya he vivido mucho, ya he gozado tanto de Su Amor, ya tengo ganas de verlo". Su única preocupación era pensar en su hermano sacerdote, don Benito González Raposo, al que cuidó con solicitud de hermana y de madre. 

Que esta alegría que ella contagiaba con su simpatía y su desenvuelta sonrisa -a la que nunca renunciaba, como se puede apreciar en la fotografía que ilustra este comentario- se haya visto sobrepasada con creces en ese Abrazo con Cristo, que supera todo conocimiento, pero  "a Vida eterna sabe", como canta el poeta carmelita de Fontiveros, San Juan de la Cruz.

Permítenos, gran amiga del alma, que te apliquemos unos versos que tú dedicaste a la Madre María Antonia, con el natural orgullo que hoy queremos hacer nuestro:

Galega tiña que ser

quen nos fundase o Carmelo

unha galega, e muller

firme como seu Penedo.



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