¡Con los Reyes Magos, que siguen la Estrella con asombro y alegría, vamos a adorar al Niño-Rey!

 

Estamos ya en vísperas de una de las Fiestas más significativas de la Navidad: la Epifanía -o Manifestación de Dios a los pueblos gentiles-, que hunde sus raíces en el relato histórico de los Evangelios, envuelta en un halo de misterio y de ensueño que  hacen atractiva su lectura. El encanto que esta nueva fiesta contiene va muy ligado, por tradición, a todos los niños del mundo, aquellos que tienen la fortuna de poder contar en su cultura y en sus tradiciones con la presencia cálida de tres misteriosos personajes que vienen todos los años cargados de regalos, despertando en ellos su ilusión y su felicidad.

Podría decirse -con cierta añoranza- que esta fiesta litúrgica es ya un preanuncio del fin del tiempo de Navidad, que culminará con el Bautismo de Jesús este domingo. Pero que todavía se alarga hasta que la Iglesia celebre, el 02 de febrero, la Presentación del Señor, la Fiesta de La Candelaria.

Esta es la razón por la que las hijas de la Madre María Antonia  seguiremos entonando con creciente regocijo y algazara nuestros acostumbrados villancicos en torno al Misterio que, en tamaño natural, preside nuestro coro bajo. Lo hemos hecho durante muchos momentos para orar reposadamente; pero en realidad, también nos gusta poder entonar junto a este bendito Portal nuestros villancicos y cantigas, siguiendo la tradición de nuestra Madre Santa Teresa, que tan destacadamente celebraba las fiestas navideñas con sus monjas. 

La Madre María Antonia, según declaración de un testigo en el Proceso de 1761, tocaba graciosamente la vihuela en estos días ante el Portal. ¡Que suenen nuestras voces y nuestros instrumentos en unión con todos los que amáis la vida y las costumbres del Carmelo! 

   ¡Feliz fiesta de la Epifanía del Señor!


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