¡¡¡Madre María Antonia funda su Carmelo en un Año Santo Jacobeo...!!!

 

Nuestra Madre María Antonia no deja de sorprendernos en toda ocasión... Diríamos que no hay fiesta litúrgica de la Iglesia en la que ella no haya experimentado alguna vivencia o algún acontecimiento que haya dejado una huella profunda en su vida.

Hoy, 25 de Julio del año de gracia de 2022, celebramos con plenitud de gozo en toda España, en todas las naciones del orbe católico -y ¿qué diremos en Galicia?-, la solemnidad de nuestro santo Patrono y Evangelizador, el Señor Santiago, hermano del Evangelista Juan y discípulo predilecto de Jesús.

Resulta realmente admirable constatar que, en el designio de Dios, estaba determinado que el logro de la primera Fundación gallega de un Carmelo coincidiera con la celebración de un Año Santo Jubilar.

La Venerable Madre tiene en su misión y en su vida, una referencia explícita a Santiago, a su archidiócesis, a su ciudad, que es desde su origen cristiano como la capital innata de lo que fue en la historia el Reino de Galicia. 

Emociona asomarse al relato de la Madre María Antonia -documento histórico que bien podría formar corpus en la documentación del Archivo Histórico de la Catedral-, y ver cómo la tradición de este Jubileo seguía pujante en pleno siglo XVIII. El de la Madre María Antonia es un testimonio de inapreciable valor histórico, y hoy, en honor al Santo Apóstol, nos complace trasladar aquí este texto delicioso.

Añadimos que las espléndidas ilustraciones de esta entrada nos permiten contemplar ese "Pórtico de la Gloria", del genial  Maestro Mateo, después de su laboriosa y magnífica restauración...

Dice así en su Autobiografía, acerca de una visión recibida durante su estancia en el Carmelo de Alcalá, muchos años antes de que se verificara la Fundación:  

«Otra vez me mostró el Señor los trajes y arracadas de las mis paisanas gallegas; y que yo entendiese que había de volver a verlas, cosa que me parece que estaba tan olvidada y remota de todo cuanto en esto había visto acá, como si en tal tierra no hubiera nacido. Y me hizo mucha ponderación el ver que, hasta estas menudencias y cosas del traje de acá, quería el Señor enseñarme para que tuviese por cierto el que había yo de venir. 

Otra vez me enseñó toda la gente que concurría al Jubileo del santo Apóstol con la diversidad de trajes con que suelen venir de diferentes partes; y cayó entonces el Año Santo que llaman acá, el que yo no sabía ni cuándo le tocaba venir el santo Jubileo, y después lo he sabido, que me hizo harta devoción que el Señor en el mismo año, me había dado la dicha luz. Que sea bendito y alabado por todas sus misericordias. \100 Amén. 

Que por lo mismo que mi alma la tenía Dios muy olvidada de las dichas noticias y especies de inteligencias particulares para que más me empleara en el fin, que era mi Criador y Señor, me las enseñaba cuando era servido, sin hacer yo nada de mi parte para tener las tales noticias e inteligencias, pues se representan muy de paso, sin discurso del entendimiento, pues él para fabricar las tales cosas naturalmente, algún espacio de tiempo, por poco que sea, creo ha menester, y va de una especie en otra fabricando la cosa que quiere o desea saber.

Estas visiones y revelaciones -que creo tienen este nombre- no es para mí el declarar cómo Dios, nuestro Señor, las hace al alma; la que solo puede decir que, a su parecer, ha recibido del Señor las tales mercedes; que es poderoso para comunicar las dichas cosas y otras más subidas, aunque sea a un alma tan indigna de ellas como la mía; pues vino al mundo cargado de bienes este divino

\100v amante Jesús para que los grandes pecadores -como yo he sido-, nos aprovecháramos de ellos. Que después que un alma sale de sus miserias, dejando la mala vida en que estaba metida y enredada por seguir a su amado Jesucristo, no se puede explicar el amor que la muestra este divino Amante de los hombres. Que son tantos los modos con que regala a un alma convertida a Él, que sólo el mismo Señor los podrá explicar, pues sabe cómo los hace». 


¡Seáis todos muy bienvenidos, 

peregrinos valientes y esforzados,

a la Casa de vuestro Padre en la Fe, el Amigo y Romero verdadero

en vuestros caminos por el mundo! 

¡Os acompañamos con nuestras mochilas llenas de oración y ánimo para con vosotros!

Y no olvidéis nunca que...

¡¡¡Dios ayuda, y Santiago!!!



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