¡En el tercer centenario de su boda, María Antonia nos presenta a su marido...!

Interior de la Colegiata de Baiona, lugar del casamiento de María Antonia
con Juan Antonio Valverde.
    El 19 de marzo del presente año de 2022, lanzábamos al Blog una entrada que señalaba un hito importante en la vida de la Madre María Antonia: la celebración del trescientos aniversario de su boda con el flamante galán –Juan Antonio Valverde Domínguez- que se verificó en la Colegiata de Baiona tras un lento y doloroso discernimiento de estado por parte de la prometida.

Nos parece que podemos proseguir con la celebración de este tercer centenario, marco excelente para presentar una semblanza de este hombre bueno y fiel, fruto de la investigación que nuestra inolvidable Hna. Inmaculada del Corazón de Jesús, archivera conventual durante el Proceso (+ 2006), realizó, recabando documentos e información de diferentes archivos (parroquiales, provinciales de la Orden del Carmen, etc). Esperamos con esta aportación -un tanto abreviada por razones de espacio- dar respuesta a la incógnita que tantas veces habrá surgido entre ustedes deseando conocer la historia de Juan Antonio, esposo que fue de M. M. Antonia, hombre escogido y bendecido por Dios en sus designios misericordiosos.
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    Juan Antonio Valverde -Baiona 1700 - Ciudad Real 1763-, era hijo legítimo de Juan de Valverde, y de su mujer María Domínguez, cristianos viejos y limpios de toda mancha y nota. Juan Antonio era notario eclesiástico en Baiona. En el año de 1722 –interviniendo por él su padre– es aceptado, sobre otros pretendientes, por doña María do Campo para el matrimonio con su hija María Antonia, que se celebró aquel año en el día de san José.

Baiona, casco antiguo.
Intentan ambos vivir su matrimonio con la mayor paz y unión, dando cada uno gusto, en todo lo posible, a su consorte. Juan Antonio, según estilo de Baiona, no aportó al matrimonio ningún bien material. Ambos cónyuges tenían la misma edad y buena condición. Juan Antonio era "hombre sin vicios, muy recatado [...] muy devoto de nuestra Señora Madre santísima del Carmen; ayunaba todos los viernes y sábados a honor de la soberana Reina; también era caritativo con los pobres, y si alguno venía cuando estaba comiendo, dejaba al punto la comida, y hacía que se la llevaran al pobre que estaba en la puerta. No era jugador ni paseante, ni salía de su casa a deshora" (Autobiografía, f. 37).

Nos describe María Antonia con gracia en qué diferían: Juan Antonio deseaba tener al nuevo hogar en una situación económica desahogada y fuerte, pero no lo conseguía. Viendo Juan Antonio que algunos hombres salían fuera de su patria para allegar bienes, discurre hacer lo mismo, sin conformarse –como se lo aconsejaba su mujer– "con lo que daba de sí la propia patria" en su oficio de notario apostólico.
Típica calle gaditana.


     A los diez meses de casados nace el primer hijo, Sebastián Antonio, y éste es nuevo motivo para avivar sus deseos de marcharse, sin reflexionar en lo que le dice su esposa. Por el bien de la paz, María Antonia le concede el permiso con la condición de que no tarde en volver. Juan Antonio a finales de 1723 marcha a Cádiz en donde tiene un hermano dominico, el mayor de sus hermanos. A los tres años de haberse ido Juan Antonio a Cádiz, decide regresar a Baiona. El día 22 de junio de 1727 nace su hija Leonor (Ibíd., f. 87v).

Dos meses después Juan Antonio vuelve a dejar su hogar “con gran pesadumbre” (Ibíd., ff. 89–89v). Esta vez se dirige a Sevilla, en donde trabajan varios compañeros suyos. El 19 de marzo de 1730, dando un giro total a su determinación de no dar carta de separación a su esposa, llega a decirle: " No quiero nada de esta vida ni deseo cosa más que servir mucho a mi Dios. Y convengo en que nos apartemos para el fin de servir al Señor. Si tú quieres entrarte religiosa, yo haré lo mismo" (Ibíd., f. 483). Toman esta decisión ocho años después de su matrimonio, vivido con mucho amor por ambas partes.

Mientras su "hermana" se dirige a Granada para obtener el favor real, Juan Antonio queda en Sevilla estudiando latín por si el Señor quiere llevarlo por el sacerdocio; pero no aprovecha en los estudios.

Llamado a Madrid, a requerimiento de las monjas de La Baronesa, que dudaban de la firmeza de su vocación, Juan Antonio se persona en Madrid hacia 1732, donde permanece en casa de don Agustín González Quindós, sacerdote gallego.

Madrid. Palacio Real a finales del s. XVIII.

Calle Arenal de Madrid. Foto de archivo.
Durante esta estancia en Madrid visita con cierta frecuencia a su hija Leonor, pensionista en el Colegio de San Antonio de los Portugueses. Dice de estas visitas Madre María Antonia: "su padre estaba tan hechizado con tal hija después que la vio en Madrid, que creo le costó mucho el dejarla. Y pienso que mucho premio tendrá de Dios por hacerle el sacrificio de sus hijos, porque especialmente a la niña la amaba en extremo. Y solía decir a la vista de sus gracias: ¡Que es posible que he de dejar esta niña! luego se volvía a Dios y decía: sólo por Ti puedo dejar esta criatura que me has dado" (Ibíd., ff. 770v–771).

Al fin Juan Antonio entra en el Carmelo en el colegio de San Cirilo de Alcalá de Henares en la mañana del domingo, el 15 de marzo de 1733. De allí lo llevan a Pastrana, Guadalajara, en donde inicia su noviciado y hace su profesión. La fórmula de su profesión dice así, según consta en el Libro de Profesiones:
Bellísimo rincón colorido de Pastrana
     "Yo, el hermano fray Juan de San Joaquín hago mi profesión, y prometo obediencia, castidad y pobreza a Dios, nuestro Señor, y a la bienaventurada Virgen María del monte Carmelo y a nuestro muy reverendo padre fray Antonio de la Asunción, general, y a sus sucesores según la regla primitiva de dicha orden: esto es, sin mitigación hasta la muerte" (Libro III de Profesiones. Pastrana. Acta de profesión, 1715–1765)
Convento de los Padres Carmelitas de Pastrana
         Juan Antonio, a sus 33 años de edad, hace el número 2. 079 entre los profesos de la orden. Hecha su profesión abandona Pastrana y su vida se desenvuelve en los humildes menesteres de un hermano lego dentro de la orden. 

       En 1735, cuando llega de Roma su hijo Sebastián, se produce la repentina entrada de su hija Leonor en las dominicas de Loeches. Juan Antonio, no sin especial providencia, está presente en la vocación religiosa de sus dos hijos.

       Algún tiempo después está como portero en la casa generalicia de San Hermenegildo de Madrid. Posteriormente, en Ocaña. Don Martín Mateo, catedrático de prima de Escoto en la Universidad de Alcalá y canónigo, nos dice que el reverendo padre definidor, fray José de San Juan, decía de Juan Antonio: “en el cotejo entre la vocación del marido y la de la mujer dijo éste que en términos regulares y por el canto llano de la mística parece que se hacía más visible la vocación del marido a quien se le veían señales de humanidad" (Informaciones III, f. 53). Tras una vida de entrega al deber, trabajo, sacrificio callado y amor a los suyos murió en Ciudad Real. Ignoramos la fecha de este su último traslado.
Convento extinto de los PP. Carmelitas de Ciudad Real
donde fallece santamente
el Hermano Fray Juan Antonio de San Joaquín
en 1763
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