¡Ya la tenemos con nosotros!: Todo un recibimiento...

“¡Virgen Dulcísima, / Madre de Dios, /
 Tú eres el júbilo / del pecador!”

       Con estas palabras del canto popular a María queremos expresar toda la alegría y el júbilo que ha despertado en el corazón de innumerables personas la Visita Oficial de la Imagen Peregrina de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, visita que ha sido meticulosamente preparada y organizada por el Apostolado Mundial de la Virgen de Fátima, concretada en la persona de un extraordinario y fidelísimo hijo de María, don Emilio Rodríguez, su impulsor.
      La convocatoria lanzada a todos los santiagueses y demás alrededores -¡es amplia la circunscripción de nuestra Diócesis compostelana!- ha tenido una resonancia que sólo esta Buena Madre en su advocación tan especial y universal de la ciudad portuguesa de Fátima puede hacer explicable. Se le quiso preparar un comienzo solemne, pues ¿qué otra cosa se merece tal Amiga, Madre y Compañera celestial? Para su Entrada solemne en la Diócesis de Santiago se escogíó como lugar de acogida nuestro humilde Carmelo, en parte explicable por la vinculación que nuestra Orden tiene con Nuestra Señora por haber sido escogida por la última de las “pastorinhas”, Lucía, para transcurrir los largos años finales de su vida de consagrada. Vamos a tratar de ser concisas en esta crónica, para dejar lugar también a algunas imágenes que siempre contribuyen a suscitar, mejor que las palabras, los sentimientos de empatía hacia los asistentes que ellas hacen reflorecer con su expresividad discreta y variada…
   
       Lo más destacable e importante, a nuestro parecer, ha sido la seriedad y al mismo tiempo la sincera alegría que reinaba en el ambiente, el día 1 de Octubre, que fue el señalado para dar principio a esta Visita larga, de un mes de duración, que va calentando los corazones, las calles y las parroquias de Compostela, convirtiéndolas en hogares de María, Casitas de la Virgen, donde se está a gusto, donde se descansa de tantas inquietudes y preocupaciones que todos llevamos en el corazón…
Imagen venerada en el convento,
 colocada para celebrar su Tríduo.
Imagen de marmolina que se animó
para sonreír a la pequeña Teresa.
   La coincidencia de que ese jueves se celebrara en toda la Iglesia universal la Fiesta de una sencilla y humilde Carmelita maravillosa, la joven “Doctora”, Santa Teresa de Lisieux, se convirtió en una Providencia cargada de significado, que hacía estrecha relación con el mensaje y los contenidos del Misterio de Fátima, tan acordes con el carisma carmelitano y mariano de nuestra Orden. De este modo, Santa Teresita se convirtió, ¡sin proponérselo siquiera ella, tan humilde!, en la mejor recepcionista de Nuestra Señora, cosa que debió complacer mucho a la Virgen, pues es sabido que en su infancia, la Santita de Lisieux fue curada de una penosa enfermedad por la “encantadora sonrisa de la Virgen María”, allá en un 13 de Mayo…





         El día amaneció radiante
, con una luz otoñal poco habitual en estas latitudes gallegas, que hacía precioso y sereno el ambiente. Con una puntualidad esmerada, fueron reuniéndose en nuestro atrio exterior verdaderas aglomeraciones de personas, muchas de ellas con misiones concretas, pues se invitó a todas las Cofradías y Hermandades de la ciudad a comparecer con sus Estandartes de gala,
Estandarte de los diferentes
 trajes epocales gallegos.
Estandarte bordado a mano
que preside nuestra Procesión del Carmen.
 cosa que embelleció muchísimo el Acto inicial. Por su parte, la Cofradía de la Vera Cruz, participó con un grupo de gaiteiros que se encargaron de transmitir con sus melodías suaves y dulces, tan propias de la gaita, sentimientos de amor y cariño hacia la Madre que avanzaba ya, llevada en anda cubierta de flores blancas, por el trayecto establecido: desde el interior de la clausura, atravesando el atrio, enfilando seguidamente por el portalón de entrada de nuestra Iglesia y el pasillo central de la misma, a la que acompañaban un pequeño grupo de mujeres vestidas con trajes regionales gallegos de mucha antigüedad. Los portadores del anda, visiblemente contentos daban la impresión de ser más bien ellos los llevados por la Virgen, pues se les veía ligeramente recostados sobre la imagen que portaban, y verdaderamente, se les notaba que iban rezando, e invitaban a hacer lo mismo…

Dulce peso... ¡Llévanos Contigo!
¡Tan bella estampa:atrás queda
la Puerta de clausura!


























       Nuestro Señor arzobispo, don Julián, por supuesto que estaba esperando en la entrada de la Iglesia a Nuestra Señora, para recibirla y poner a sus pies de Madre todas las ingentes intenciones de sus hijos diocesanos. Emocionó verle entrar a la cabeza, junto con los Estandartes, y bastantes sacerdotes más que querían “rendir pleitesía” a la Señora del Lugar. En el interior de la Iglesia, la Comunidad ya estaba entonando con potentes voces el Ave María de Fátima, que era coreado por el resto de los presentes. ¡Qué nuevas se hacen siempre estas letrillas en cuartetos, es una música que nunca cansa, verdaderamente, llevan el sabor de lo sencillo, que suele acompañar a la Virgen y que es lo más duradero…!
Se aprecia la colocación de las dos imágenes
-Teresa y María-  honradas en la celebración
.
  Seguidamente, ya dio comienzo la Eucaristía. El señor arzobispo expresó el deseo de celebrar no la misa Votiva sobre la Virgen, sino la que correspondía a la Fiesta de la Santa de Lisieux, cosa que cobraba un gran sentido, pues como la misma Santita llegó a decir de la Virgen María: “¡Qué extraño, una Madre que quisiera eclipsar la gloria de sus hijos!” Y durante toda la celebración, por cierto, abarrotada de gente, como en los días de la Romería del Carmen, pudimos respirar entremezcladas y unificadas entre Teresita y la Virgen María, esa “sabiduría”, esa “ciencia del Amor” que fueron la razón de ser de la vida de ambas. El tiempo se hizo corto, cuando don Julián daba por concluido todo con la solemne bendición que traía aromas especiales de Bondad, Ternura y Amabilidad maternales.

¡En Guardia de Honor para la Señora!

     El día 2, como continuación de lo iniciado la tarde precedente, tuvimos en Compañía de la Imagen nuevos actos de adoración y de plegaria. Fueron dirigidos por don José-Daniel Pérez Espasandín, uno de los sacerdotes más jóvenes de la Diócesis, y muy cercano a nuestro Carmelo ya desde sus primeros años de seminarista. Él fue desgranando el rezo del Rosario, enunciando los misterios con letrillas del Ave y concluyendo con una consagración comunitaria muy bella a María.
         Ahora Nuestra Señora está siguiendo su itinerario por hospitales, conventos, Asilos, parroquias y… ¡cárceles! Nada de extrañar, pues el capellán de una de las de más relevancia, en Coruña, ha pedido dos días de prolongación de la Visita, en atención a esos hermanos necesitados que sabrán homenajear mejor que nadie y quizás con una limpieza de corazón envidiable a la que viene a darles confianza, seguridad y apoyo.


 ¡Que Santa María de Fátima haga por nosotros “prodigios de misericordia”! Amén.





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