¡Segunda parte de: "una esperanza comada"...!










    Tomamos el hilo narrativo que en la primera parte de esta crónica se quedó interrumpido al finalizar la charla con la que P. Romano caldeó y propició un ambiente que sería ya determinante para el resto de la tarde. Comenzaba el segundo acto del día, la celebración cantada del rezo de Vísperas de la Fiesta de la Presentación del Señor. Todos los religiosos y religiosas de la Diócesis se dieron cita para celebrar su “Jornada anual” en nuestro Carmelo. Junto a este numeroso grupo de personas consagradas, representando a sus comunidades de muy variadas Órdenes, estaban todos los fieles que seguían atentamente cuanto celebrábamos esta tarde. Mientras en Roma el Santo Padre celebraba una solemne eucaristía, nosotros iniciábamos el canto de Vísperas.


       Nuestro señor arzobispo, don Julián Barrio, fue invitado a presidirlas por el padre carmelita, Rafael Pascual que, con su capa blanca, le acompañó en todo momento. Fue una grata sorpresa para todos verlos subir al Altar para asistir y dar solemnidad a esta liturgia de las Horas.

 Muy pronto todas las voces –de dentro y de fuera: del Coro bajo y de la Iglesia- se fundieron en una única y esplendorosa alabanza. ¡Se trataba de la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo! Nos sentíamos “Iglesia”, Pueblo de Dios al que se nos presentaba, por manos de sus padres terrenales, el Rey de la Gloria, Jesucristo, Señor Nuestro. La buena acústica natural de que está dotada nuestra Iglesia  -Madre María Antonia era una enamorada de la música, hasta el punto de que prefería ir a la Misa (en Baiona) donde fuese cantada, música “de que no se privaba, por llevarla más a Dios”- nos ayudaba a poner mucho amor en nuestros humildes himnos y salmos, entonados en medio de un ambiente de silencio, de paz y de elevación. Teníamos al pie de la escalera del presbiterio la encantadora imagen del santo matrimonio, María y José, portando al Niño Jesús, con sus candelas en las manos…


       Resonaban las antífonas, tan apropiadas y solemnes: “Mis ojos han visto a tu Salvador” / “Hoy la bienaventurada Virgen María, presenta al Niño Jesús en el Templo” / “¡Que va a entrar el Rey de la Gloria!”... No hubo homilía tras la lectura Breve, ni tampoco las preces, pues se dirían seguidamente en la Eucaristía. Con la bendición de don Julián se finalizaron las Vísperas y se dio paso a la que iba a ser la parte principal de la tarde: la celebración eucarística.


  ¡Qué apoteósica –si se nos permite hablar así- resultó la afluencia de fieles! La majestuosidad con que comenzaron a salir procesionalmente de la sacristía los sacerdotes concelebrantes, acompañados por su Obispo y Pastor, realmente impresionaba. Para nosotras era emocionante ir reconociendo a nuestros queridos amigos tan cercanos y buenos servidores de la comunidad.

   También nos emocionaba ver a los religiosos: los Somascos, Jesuítas, Franciscanos, hijos de San Josémaría Escrivá de Balaguer, hermanos de la Salle, en fin, por momentos parecía que nos habíamos trasladado al centro mismo de la cristiandad, como si Roma se hubiese acercado a Santiago, dándole a nuestra celebración una dimensión universal. Sentíamos que no se quedaba en nosotros solos la fiesta de Acción de Gracias por la Madre María Antonia. Aquí, desde sus tierras humildes y prósperas de Galicia, ella irradiaba al resto del orbe toda la riqueza  de que Dios la había dotado. Y eso queríamos celebrarlo. ¡Por eso estábamos aquí!

Apenas pronunciado el saludo inicial por don Julián, fue muy emocionante el silencio con que escuchamos la lectura ofrecida por el padre Postulador, Romano Gambalunga OCD,  del Decreto de Venerabilidad traído expresamente desde la Santa Sede, ya con la firma del Santo Padre. Tanto la parte del texto leída en latín como las partes traducidas al castellano, suscitaron una enorme impresión. Un silencio embriagado de gozo y de paz acompañaba la lectura, que una vez finalizada, provocó el aplauso respetuoso de los presentes. Padre Romano mostró el texto con satisfacción: ¡le alegraba ser el portador de una alegría tan grande, principalmente para el pueblo gallego; es natural!

     El resto de la Eucaristía transcurrió con esa tranquilidad propia de las celebraciones sacramentales. El factor-tiempo, no parecía contar para nadie. Todos estábamos inmersos en esa atmósfera divina, donde el Señor Jesús gusta de comunicarse con cada alma. Por otra parte, prestábamos atención al contenido de todas las oraciones y ritos que se van desarrollando en cada Misa, y que tanto consuelo personal aportan a los creyentes que lo viven con esa “viva fe ilustrada” de la que María Antonia dice llegan a gozar muchas almas que están en profunda unión y contemplación de Dios.

   Hay que destacar también como importante y bello el momento en que hicimos al unísono todos los consagrados/as la Renovación de las Promesas de nuestros Votos. Tres religiosos colocaron sobre el Altar como símbolo de esta donación y entrega de nuestras vidas tres lamparitas de aceite, cuya discreta llama, fina pero incombustible, podía hacernos recordar lo que ha sido la vida de nuestra Madre María Antonia: un conjunto de finura y delicadeza espiritual en su trato con Dios y con el prójimo, unida a esa firmeza para no rechazar nunca la cruz en los momentos de adversidad que jalonan toda vida de seguimiento…

    Decimos que la participación era tremendamente pluriforme, por lo tanto, se ponía más de relieve la acogida mutua –alegre, distendida y sincera- que pronto nos hizo sentirnos una piña en torno a la figura que unánimamente queríamos honrar: la Venerable Madre María Antonia de Jesús. Esta familiaridad provocó un pequeño “milagro”. Sí, nos referimos al “milagro” de haber podido aunar el aspecto musical de la celebración, compaginando con muy buen xeito los cantos gallegos con los castellanos o latinos (pues la Misa VIII Gregoriana –de Angelis- ¡no pudo faltar en este homenaje tan solemne!). En efecto, nos comentaban después los asistentes que les llamó la atención la gran belleza que se había logrado en este sentido, y sobre todo, la espontánea polifonía que surgió “de voces mixtas” (femeninas y masculinas), en la que no podemos por menos de agradecer desde aquí la aportación del Hermano Xosé Reboiras (lasaliano), ¡que hizo de enlace perfecto entre cantores y cantoras…! 
      Es verdad que de esta manera, la participación de todo el pueblo pudo ser intensa. No olvidemos que nos acompañaban nada menos que cerca de 60 personas venidas de Cuntis, con su capellán, D. Juan Carlos Mariño a la cabeza. Se sumaban varias familias descendientes por parte materna de la Madre María Antonia: el apellido Do Campo de su madre ha devenido en Campos, a quienes el señor arzobispo saludó muy cordialmente.


     Importante y de especial sobrecogimiento resultó el momento de la Institución. En efecto, el señor Arzobispo estaba pronunciando las palabras consecratorias, y al terminar, de manera en un principio casi imperceptible, se empezó a escuchar el sonido dulce y suave de las gaitas gallegas, hacia el final de la Iglesia, tocando el Himno Gallego tradicional, pero con una discreción y “agarimo” tan bonitas que nos quedamos todos adorando el Cuerpo y la Sangre del Señor agradeciendo la delicadeza de aquella música, que nos quisieron regalar para ese instante los gaiteiros del Grupo Musical de Cuntis. Aquello parecía una liturgia celestial…

Otro momento esperado era el de la Comunión. Se cantó “El Pescador”, de Cesáreo Garabain. Podríamos decir que en vez de “a cuatro voces” fue interpretado a “infinitas voces”, porque toda la gente “sentíamos arder nuestro corazón”… ¡y la tan conocida melodía nos llevaba a hacer muy sentidas y múltiples “improvisaciones melódicas”!

     Se siguió un largo tiempo de recogimiento silencioso, ofrecido por el señor arzobispo, que sentado en la Sede, nos dio la oportunidad de recogernos a solas con el Amigo, con el Amado…

     Y llegados a este punto, al dirigirse don Julián hacia el altar izquierdo de la nave del templo, todas las miradas siguieron esa misma dirección, deteniéndose ante la imagen de un muy hermoso retrato, pintado al óleo por una de nuestras Hermanas, que se encontraba bonitamente adornado con el fondo de una tela de damasco de tono rojizo. Este cuadro fue bendecido por el señor arzobispo. Estaba destinado a ser colocado sobre la lápida que contiene los restos mortales de María Antonia, realzando así el lugar donde se encuentra, restos que con el complemento de este lienzo podrán ser visitados y venerados por los fieles.

   El coro entonaba, mientras se colocaba el cuadro en su sitio, un canto en gallego que parecía haber sido compuesto expresamente para María Antonia, ella que en su camino de conversión escuchó desde un Crucifijo decirle sensiblemente Jesús: “¡Sígueme!”: “Pronunciaches o meu nome o decirme sígueme”/ “Xa fai tempo que os meus pasos os teus pasos adaptéi / de tal xeito que o camiño é amigo dos meus pes”…/ “Coma chamas sempre ti, ti me invitaches / a seguirte, e a partir contigo o pan”Costaba que se acabase una celebración tan entrañable, pero el final había llegado… De nuevo procesionalmente, los 15 sacerdotes concelebrantes, junto con el diácono permanente, regresaron a la sacristía, tras cantar todos juntos el canto a María “Salve Raíña, Nai garimosa…”, una de las piezas magistrales del Maestro de música religiosa gallega, Feijóo.

   Y con una sensación de profundo gozo espiritual y paz interior, antes de abandonar el templo, el señor arzobispo fue saludando y departiendo con los grupos de gente que le esperaban para hacerse -junto a la lápida y el cuadro de María Antonia, con su pastor-, una fotografía-recordatorio que poder llevarse a sus casas... 

Interrumpimos aquí esta segunda parte de la crónica, pidiendo excusas por su excesiva extensión... Esperamos que sea del agrado de todos aquellos que -por vivir lejos de España-, sentirán gozo de conocer algunos pormenores que aquí compartimos, pensando en ellos. Nos resta anunciar que la última parte de este evento, la más festiva y popular, tal y como estaba previsto en el programa, la publicaremos en los próximos días… 
                                                                                            





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