¿A qué suenan las campanas...?

Espadaña de nuestro Monasterio
     Hace apenas un mes, las campanas de nuestro Carmelo tocaban ininterrumpidamente a gloria en el mismo momento en que, durante la Eucaristía que se estaba celebrando en nuestra Iglesia, el Postulador General de la Orden del Carmen leía el Decreto de Venerabilidad de Madre María Antonia de Jesús. De igual modo, las campanas del convento, hace hoy 259 años, hacia las once de la mañana, tocaban a gloria anunciando al vecindario y a toda la ciudad su fallecimiento, su tránsito a la Casa del Padre.

     Por nuestra parte, nos acercamos a esta cita anual de su aniversario, con el deseo de conocer mejor toda la información que nos puedan dar en torno a este acontecimiento. Son, principalmente, algunas de sus compañeras en religión -las que convivían con ella-, quienes en esta ocasión nos irán diciendo sus propias impresiones al respecto. Vamos a tratar de exponer concisamente el testimonio más sobresaliente de algunas de ellas, porque por haberlo vivido “in situ”, son las que mejor pueden recoger tanto el contexto externo de su fallecimiento como los especiales fenómenos, más o menos sobrenaturales, que lo acompañaron. Pondremos por orden cada testimonio, diciendo escuetamente quién es cada religiosa. En realidad, tomamos sus declaraciones del Libro de Informaciones del Primer Proceso llevado a cabo al año de su muerte (1761-1762). Y hacemos una brevísima descripción de quién es cada testigo.

-Hna. Teresa-María de Jesús-
(Co-fundadora de la Venerable, venida del convento de Alba de Tormes).

     “Preguntada si tiene noticia de su muerte y si concurrieron algunas circunstancias particulares en ella, respondió sabía que habiendo estado por mucho tiempo enferma de peligro por lo que recibió a su Majestad por viático, y quedó tan sonroseada y rebosando alegría cual nunca le habían notado, pero se puso después mejor de modo que se pudo levantar y así anduvo algunos días; hasta que con una indisposición que le sobrevino dos días antes de su fallecimiento, le fue preciso quedarse recogida en la cama; y llegando al mismo día que falleció (que fue el día diez de marzo del año de sesenta) sintiéndose mejorada pidió licencia al médico y a la prelada para levantarse, y habiendo venido con su reverencia al locutorio a estar con su confesor (que era nuestro padre prior de Medina del Campo, fray Francisco de Santa Teresa) a poco espacio que estuvo la Madre con su reverencia en compañía de la dicha prelada, le dio una congoja, de que no volvió, aunque pudo recibir el santo sacramento de la penitencia apretando la mano al confesor, que era la seña que le tenía dada y se lo repetía muchas veces, que si le daba algún accidente repentino, estuviese sobre aviso que le apretaría la mano en señal de que daba materia para la absolución; y también recibió el santo sacramento de la extremaunción en el mismo locutorio recostada sobre el regazo de la prelada, donde la vio este testigo; y así expiró con mucho sosiego sin hacer ademán, de modo que dudaron por algún tiempo si había o no expirado, y se notó que quedó su rostro, aunque no desapacible, severo y grave, que infundía respeto; bien que después cuanto más tiempo estuvo antes de darle sepultura, se ponía más hermoso”.

Ángulo adonde vienen a dar las ventanas del coro bajo,
donde estuvo expuesta varios días M. Mª Antonia
.

-Hna. Ángela-María de San José-
(Co-fundadora de la Venerable, venida del convento de Rioseco. Era la única novicia del grupo fundacional).

      “Estando pocos días antes que muriese hablando con la satisfacción que solía con dicha Madre en su celda, mientras la hora de recreación de la noche, le preguntó si sabía cuándo se había de morir. A que le respondió: Mire hija, yo no sé el cuando; pero estando con aquellos grandes trabajos y enfermedades que tuve antes de salir de Bayona, pareciéndome imposible el vivir, dije a nuestro Señor: Señor, )cómo puede hacerse esto que me mandáis, si se me acaba la vida? Y entendí de nuestro Señor: Hija, trabaja, que hasta los sesenta años vivirás y la verás hecha. Estoy en ellos, no sé lo que hará Dios de mí. Y añadió este testigo, que dándole en cara su confesor de que se hacía mala por no bajar a la portería por la repugnancia que tenía, le decía: No quieren creer las criaturas que no estoy para bajar, pero mi Dios las desengañará. Y así fue, que murió cuando menos lo pensaban”.

-Hna. María Josefa de Jesús-
(Una de las primeras novicias en la fundación de Santiago).


Imagen de piedra situada en la terraza
contigua al De Profundis del coro bajo
    “Percibió olía suavemente, aunque no podía decir qué olor era el que percibió ni tenía con qué compararlo porque era muy extraordinario; y el cuerpo se mantuvo flexible y hermoso y sin mal olor, y causaba tanto consuelo, que no se cansaban de estarle acompañando. Y añadió, que habiendo estado las religiosas casi todo aquel tiempo sin dormir, y el primer día sin comer cosa de sustancia por la pena de su muerte, no sintieron cansancio ni novedad alguna en la salud, siendo así que con otras menores causas la suelen experimentar. Y que habiendo subido la madre sacristana Teresa María de Jesús, el día del entierro, cuando andaba cuidando de espabilar las velas que estaban junto al cadáver y de las cosas que conducían para su sepultura, a la tribuna donde estaba este testigo, percibió, así que entró y llegó a allí, un olor como de flores y claveles, por lo que pensó había andado con algunas que habría buscado para adornar el cadáver, y así se lo dijo, que olía flores y que sin duda habría andado con ellas, a que le respondió asegurándole que no ni con otra cosa de olor”.

-Hna. María Cayetana de la Purificación-
(Novicia de Madre María Antonia en Santiago).

Escalera de acceso a la huerta desde
la puerta del De Profundis del coro bajo
       “Preguntada si conoció a la Madre María Antonia de Jesús, si fue de trato y comunicación, dónde y cuánto tiempo la conoció, respondió conoció a dicha Madre desde el día once de mayo del año de cincuenta y cuatro que tomó el hábito de religiosa en este sobredicho convento, donde la trató como a madre y maestra y hermana de un mismo hábito y profesión, hasta el año de sesenta; y sólo tenía de dicha Madre la noticia que le dio el padre de este testigo cuando volvió a su casa de hacer la pretensión para su entrada, diciéndola que tenía la fortuna de tener como maestra de novicias a la madre fundadora, que le había parecido una santa […]. Y fue universal y extraordinaria la conmoción de la gente que concurría a visitar el cadáver que estaba depositado en el coro, pidiendo sus remiendos y dando los rosarios para que se los tocasen”.

-Hna. María Antonia de la Concepción-
(Novicia de Madre María Antonia en Santiago).

    “... y que habiéndola asistido este testigo casi todo el tiempo que estuvo depositado en el coro el cadáver, que fue desde el día diez de marzo del año pasado de sesenta, a mediodía, hasta el doce a la misma hora, cada vez se ponía más hermoso y tenía los ojos claros, y se mantuvo incorrupto, flexible y sin mal olor, como lo experimentó por sí misma muchas veces abriéndole las manos y cerrándoselas, levantándole los párpados y mirándole a los ojos, y besando el cadáver en las manos y pies, pero no en el rostro por el respeto que le infundía”.

Cuadro al óleo realizado tras su defunción.

    Quizás sea por todo ésto que se haya conservado en la comunidad la tradicional costumbre de hacer tintinear todos los años, a las once de la mañana del día 10 de marzo, todas las campanas y campanillas interiores, recorriendo cada hermana con la suya las dependencias de todo el monasterio, pequeño "ritual" en el que la alegría y las felicitaciones por el santo tránsito de nuestra Venerable a la Gloria eterna, es el mejor homenaje que sus hijas le tributamos, con veneración y amor. ¡Feliz día a todos, encomendémosle a ella nuestras más profundas necesidades, incluso el milagro que estemos esperando de su materna y compasiva bondad!

Nota: Les animamos a que nos acompañen con sus comentarios, que son siempre iluminativos y provechosos. Nos hacen bien a todos. Pedimos a Franco Tobar la amabilidad de introducir de nuevo el suyo del día 3: nos ha llegado sólo parcialmente, por algún fallo tecnológico del Blog. ¡Muchísimas gracias!

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