Historia de una fortuita amistad con Madre María Antonia de Jesús...

Aspecto de nuestro Presbiterio para la celebración del Domingo de Resurrección:
¡blanco vergel, nuevo paraíso, para acoger al Que Vive por los siglos de los siglos! 
    En el marco radiante y espléndido de este tiempo de Pascua florida, sentimos que los frutos de oración y recogimiento que hemos cultivado anteriormente durante la Cuaresma, preparándonos para este ulterior estallido de felicidad que nos produce la celebración de la Resurrección de nuestro Señor, ahora rebosan de paz interior y de alegría en el Espíritu. En medio de este ambiente festivo y sereno, se nos ofrece presentar un testimonio muy cálido del matrimonio formado por María Antonia y Joaquín Covarrubias –establecidos actualmente en la ciudad gaditana-, a quien hemos tenido la alegría de conocer el pasado año, experimentando junto a ellos un renovado entusiasmo hacia nuestra Venerable María Antonia, que sabe “prender” de manera tan entrañable en los corazones de sus nuevos hijos y devotos, los cuales se van agregando a la gran familia que en torno a ella ya formamos tantos y tantos creyentes y no creyentes del mundo entero. Les pasamos la amena y entretenida narración que Joaquín ha tenido la gentileza de enviarnos, con un estilo que -aparte de denotar su graciosa habilidad literaria para describir los acontecimientos-, pone bien de manifiesto su recia fe y su aprecio por la vida contemplativa en la Iglesia y para la Iglesia.

UNA SORPRESA INESPERADA EN SANTIAGO

Fuentecica en la plazoleta de Cuntis
      Hacía muchos años que mi mujer y yo no visitábamos Santiago. Nuestra estancia en el balneario pontevedrés de Cuntis, muy próximo, nos iba a dar ocasión de acercarnos allí en más de una ocasión. Mi cariño e interés por los conventos de clausura comenzó muy pronto, en mis años de internado en la ciudad de Toledo, de cuya provincia somos originarios tanto mi mujer como yo, a través de las inolvidables visitas que con unos grandes profesores de Historia y de Literatura hice a varios de ellos. Ya sabía que en el mismo Cuntis existía uno de benedictinas, pero curiosamente no había leído ni oído nada del de Carmelitas Descalzas, ni me constaba que hubiese alguno de dicha Orden en Galicia.
   Pero la Providencia nos lo mostró enseguida. El mismo día de nuestra llegada a Cuntis, al salir a dar el primer paseo por el pueblo y entrar a conocer su Parroquia, a escasos metros del hotel del balneario, vimos una escultura ante su fachada representando a una monja o religiosa y una placa explicando quién era y por qué estaba allí. Como mi mujer también se llama María Antonia, ya simpatizamos enseguida con la Madre María Antonia de Jesús y nos enteramos de que en Santiago existía un Carmelo femenino, fundado por ella. Esa misma tarde volvimos a tener noticia de "a Monxa do Penedo": en el programa de actividades previstas para nuestra estancia en el hotel se incluía una charla sobre la ya Venerable, que ya comenzaba a hacérsenos familiar.
Grupo atendido por el gran difusor de la figura
de la Venerable Madre, D. Antonio Pena Abal
       Asistimos junto a un gran número de personas y con todo el interés a la misma, muy amena y didáctica, leyendo después el muy atractivo librito que se nos repartió, en el que de manera muy sencilla y clara se cuenta la admirable y sorprendente vida de esta gran mujer, esposa, madre y contemplativa y cómo llegó a realizar la primera fundación de la Orden de Santa Teresa de Jesús en Galicia.



   Sobra decir que ya nos preocupamos de saber el emplazamiento exacto de la misma para visitarla en Santiago. El 3 de octubre ya fuimos directamente a media mañana a buscar el monasterio, que encontramos justo enfrente del de Santa Clara, que también queríamos conocer. Dos edificios monumentales bien distintos, muy barroco y escenográfico uno, muy sencillo y carmelita el otro, pero formando un paisaje urbano que nos pareció sumamente atractivo y encantador.
  Nos atendió en el torno una Hermana, con la que iniciamos un diálogo que prosiguió tras pasar al locutorio y que se prolongó, y no exagero, durante cerca de hora y media, agregándose ya casi al final la Madre Priora. He conocido y tratado, en muchos casos muy a fondo, a gran cantidad de monjas contemplativas, y no puedo dejar de expresar que el diálogo con estas dos carmelitas, su espiritualidad, su entusiasmo con la Madre María Antonia, su accesibilidad y simpatía, me impresionaron muy vivamente y nos conmovieron de tal manera a mi esposa y a mí que perdimos hasta la noción del tiempo transcurrido.
Órgano de tubos,  situado en el Coro Alto
San Juan de la Cruz:
Altar lateral
Aunque la hora ya era intempestiva, nos permitieron al final pasar en unos minutos a conocer la iglesia conventual, que nos maravilló con su magnífica retablística, su preciosa imaginería, su majestuoso órgano, su amplitud y luminosidad.........

   Una visita inolvidable, que esperamos repetir, aunque no nos lo faciliten los muchos cientos de kilómetros que nos separan de él. La llevamos en la memoria.

     Y un inesperado y afortunado conocimiento de una gran mística del siglo XVIII español, como no dudamos en calificar a esta monja tras leer la mayor parte de sus escritos facilitados en nuestra visita. Pasma saber que no recibiera educación ni supiera leer y escribir hasta muy mayor, y se expresara después de tal forma. Admira como su decidida vocación le hiciese desprenderse de marido, de hijos, de familia y deudos, no sin su acuerdo y colaboración, lo que es verdad que le hace ser una nueva Santa Rita, como alguien la ha calificado. Enfervoriza como la Providencia la condujo hasta la culminación de su afán fundador.

      Pedimos a Dios que pronto podamos verla en los altares. Entonces tendremos que viajar a Santiago sin falta, aunque sólo sea por ser testigos de la cara de felicidad y de dicha que las queridas Madre Priora y Hermanas de la Comunidad, lucirán en esa tan deseada ocasión. Que así sea.



        ¡Gracias de corazón, Joaquín y María Antonia! No es casualidad que este nombre os haya impactado cuando os encontrasteis con el monumento dedicado a vuestra homónima, allá en el césped de la parroquia cuntiense! Ella sin duda os bendecirá y acompañará en alegría y penas, haciendo que a través de  todo ello experimentéis que Dios es Ternura y Misericordia infinita, y que la futura Resurrección es nuestro gran apoyo y nuestra esperanza:

¡Resurrexit, sicut dixit! ¡Alleluia!


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