¿Te gustaría saber cómo transcurre un día en el Carmelo?...

A lo largo de las próximas entradas hemos pensado que sería para ti interesante y de provecho conocer algunos aspectos -podríamos decir, nuestro modo de vida- tal y como nuestra Madre María Antonia nos dejó en herencia desde los inicios de esta su fatigosa y trabajada Fundación.

Siendo su primer y fundamental deseo trasladar íntegro y genuino el espíritu carmelitano, en toda su puridad y belleza, se esforzó desde el principio en fundamentar los “cimientos de este edificio” en los valores perennes del carisma de Santa Teresa.

Hoy te invitamos a recorrer con nosotras el espacio de una jornada entera, para que puedas conocer más a fondo el sentido y la belleza de esta vida contemplativa que nuestra Venerable Madre vivió con pasión y gozo de enamorada.

Cada hora, cada actividad, cada lugar de oración o de trabajo, te lo encontrarás lleno de sentido, verás con cierta sorpresa que cuando un corazón se entrega a la alabanza y al servicio de Dios y de la humanidad, todo lo que hace transpira paz, alegría y belleza, en todas partes percibe la presencia de Dios-Amor.

¡Ya nos dirás al final de esta experiencia qué te ha parecido todo! Seguramente pensarás que no te esperabas un equilibrio tan acertado entre oración, vida fraterna y soledad. ¡Te deseamos una muy feliz y santa estancia en la “Santa Casa” de nuestra querida Madre María Antonia de Jesús!

Las tablillas de la mañana 6:30 a.m.

“Como el amor divino es fuerte, da fuerzas a nuestra natural flaqueza 

para que emprenda cosas que a los hombres parecen locuras”. 

Madre María-Antonia de Jesús

    Rompe el día, aunque todavía es de noche. Una hermana madruga un poco más para despertar a las demás. Hace sonar las “tablillas” y canta con voz alegre: “¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo y la Virgen María, su Madre! ¡A la oración, hermanas, a alabar al Señor!”. Cada hermana, ya arrodillada en su celda, repite como un eco las primeras alabanzas al Señor.