“El día de la función…”

*Utilizaremos para ilustrar esta entrada las fotografías tomadas el pasado 6 de octubre, fiesta del nacimiento de nuestra Venerable Madre.



 Con esta expresión tan sencilla y festiva nuestra Madre María Antonia denominaba la solemne Traslación que las carmelitas descalzas hicieron a su nuevo monasterio de Santiago, un día como hoy -22 de octubre- en el lejano 1758, desde la casa provisional donde se habían instalado diez años antes -15 de octubre de 1748-, a su llegada a la ciudad del Apóstol.

Madre María Antonia había podido asistir a tan grandioso traslado, a pesar de estar muy enferma los días anteriores y los siguientes al evento. Pero se sentía feliz de haber sido capaz, con la ayuda de Dios.

Ante la Urna con sus restos, reposa
 la Capa y el Crucifijo de MMA
.
Su mayor ilusión era poner al corriente de todo lo gozado a su hija Sor Leonor, religiosa Dominica en la ciudad de Loeches, que ansiosamente esperaba tener noticias de su madre, conociendo lo que para ella significaba tal acontecimiento. Madre María Antonia no se encuentra con fuerzas físicas para tomar la pluma, de manera que le pide a su fiel secretaria –la hermana Ángela-María de San José, carmelita cofundadora junto a ella del Carmelo santiagués - que escriba a su hija, como ha hecho en otras ocasiones. He aquí la carta que con este motivo recibe la joven Sor Leonor, fechada un mes después, el 7 de noviembre de 1758:

    “La gracia del Espíritu Santo sea vida de nuestras almas, amiga y muy señora mía de toda mi mayor estimación y cariño” […] Ahora no quiero dilatarle más el gusto de poner en su noticia nuestra función de traslación, la que se hizo el día pasado en esta forma:

   Se convidó a la señora ciudad, la que vino a favorecernos trayendo los gremios con sus insignias; a las tres de la tarde vino a nuestra iglesia vieja, Belén de nuestro nacimiento. Nosotros salimos de la clausura cubiertas con nuestros velos y velas encendidas en las manos. Condujéronnos a la Iglesia, a donde puestas de rodillas hicimos oración. En tanto puso el párroco a nuestro Señor en el viril y se ordenó la procesión con este orden: iban delante cuatro tambores y pífanos; seguíanse los gremios; luego las cuatro comunidades, de santo Domingo, dos de franciscanos, y agustinos. Iban las tres imágenes, de nuestro santo padre san Juan de la Cruz, nuestra madre santa Teresa y nuestra Madre santísima del Carmen, ricamente adornadas, a las que alumbraban muchos caballeros. Seguíase la clerecía en gran número, y después el Santísimo Sacramento debajo de un rico palio. Después íbamos las religiosas entre los señores regidores todo el camino, desde la casa vieja hasta la nueva.

Detalle del crucifijo que posaba
sobre el pecho de M.M.A.
Cercaron dos filas de soldados para defendernos de la multitud de la gente y con su descarga y batir de banderas hacían lucida hermosura. Aunque la distancia era corta tardamos bastante en llegar por estar las calles muy malas a causa de las muchas aguas, las que pensamos nos impidiesen la función, que habiendo estado muchos días antes lloviendo, y el mismo día, nosotras con harta pena pidiéndoselo a nuestro Señor, dispuso que a la misma hora de salir se descubriese el sol muy claro, lo que duró no más que mientras entramos en la clausura, que al volverse la gente se mojó. 

Muy bien con este orden entramos en la nueva iglesia, la que estaba tan hermosa y adornada que parecía un cielo reducido, pues, aunque pequeña, que no es más que el presbiterio y sacristía, es de tan bello aire su fábrica que está muy airosa. En entrando, vueltas a la ciudad, dio mi reverendo padre provincial las gracias en nombre de la santa comunidad, y entregando las llaves a nuestra madre, cerró la puerta de este paraíso, que espero lo será de los deleites de nuestro celestial Esposo.

En lo material está la fábrica con tal perfección y hermosura, que sin exceder de nuestro instituto, excede a todos los de la provincia. En estando acabado será de grandes conveniencias, que ahora nos falta huerta, que no está cercada, ni claustro ni iglesia, esperando que la divina providencia descubra con qué hacerlo; el coro es hermosísimo, y mi sacristía; todo muy capaz.   

Coro bajo en la actualidad. Conserva las encajonadas
primitivas, así como los lienzos y avisos decorando las paredes.
Un pequeño cuadro de nuestra Venerable acompaña nuestra oración
.

Lo que resta es que sepa, mi querida, de la manera que vino su madre -y nuestra amantísima prelada- la que estaba bien mala en la cama con calentura, sin haberse podido levantar ni aún a misa aquella mañana, que era domingo, y parecía imposible poderse vestir; una hora antes lo hizo, y cuando pensamos fuese necesario traerla en silla, vino a pie estando tal el camino sin haber experimentado novedad; aunque luego se recogió y no anda buena; pero para como estaba ha sido un milagro.

Otras hay enfermas, que el cansancio y faenas de la mudanza ha sido bastante, y como somos pocas hay más que hacer. Todo el coste de la música y clérigos y fuegos, que fueron muchos, los costeó la ciudad, de lo que estamos muy agradecidas.

    De vuestra reverencia su más afecta amiga y servidora,

       Ángela María de San José

Momento en que las hermanas vamos poniéndonos 
sobre los hombros la Reliquia de la capa blanca de 
nuestra Madre María Antonia. Con el crucifijo entre las manos
nos recogemos en íntima oración ante su sepulcro.


Comentarios