Amar a los demás como Dios nos ama.
Jesús a través de los evangelios siempre invita a salir de sí y su vez al encuentro del otro: Dios Padre y el ser humano; de tal forma que sin amar a los hijos de Dios es imposible decir que lo amamos; así mismo, todo encuentro con Cristo Resucitado nos lleva a tomar conciencia del amor de Dios; y, paulatinamente, en la oración conocemos como somos amados por Dios. En este sentido, se producen dos movimientos en el orante: uno interior que lanza a las profundidades del ser y nos permite conocernos e ir conociendo al Dios del perdón y de la Misericordia; por otra parte, paralelamente, se produce una salida hacia el otro, al ser humano, a los pequeños de Dios. Primeramente, el más necesitado, luego toda persona e incluso al enemigo o a aquel que no nos ama tanto. Imagen: José María Ibarrán y Ponce (1854 - 1910) Museo Nacional de Arte. ...