Dolor en Santiago



        No  puede pasar en silencio el duelo de Santiago de Compostela, ante la tragedia vivida en la ciudad estos días. Nuestra Comunidad lleva en el alma el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas que están experimentando un dolor inexpresable.
 
        Desde el principio de la fundación del Carmelo de Santiago, la Madre María Antonia nos encomendó con gran insistencia que oremos incesantemente por las personas de esta ciudad.
 
        Os ruego, como lo hacemos desde que nuestra santa madre nos fundó, que llevéis adelante el pedir a Dios, después de lo que tenemos declarado por escrito, por el pueblo dónde estáis; que después de ser vuestra obligación por los beneficios que recibís de él y porque la caridad de Dios os obliga a rogarle por los prójimos, yo, hijas mías, os lo encargo mucho: que por Dios no os olvidéis jamás de este mi encargo; porque creo que nace del mismo Señor este deseo.
        Que para rogar por todos los del siglo, también dispuso la divina providencia que se fundasen estos santos monasterios y Religiones en los pueblos; para que, de más cerca, se conozcan muchos trabajos y necesidades espirituales; como también sus quiebras en lo temporal que cada día nos suelen comunicar, para fin de que los encomendemos a Dios en las oraciones; como hacen todas las demás santas Religiones. Y así en esto es menester, hijas, poner mucho cuidado. (Edificio Espiritual, Parte II Cap. 30).
 
       
        Así lo hacemos tan especialmente en esta hora dramática, cuando las víctimas del accidente de tren y sus familias viven momentos que superan las palabras.
        
        Desde el silencio de la oración, presentamos al Señor tanto dolor, en unión con el dolor de la Virgen María al pie de la Cruz
 
 
 
 
 
 

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