En el amanecer del primer día de Pascua...

Nuestra capilla, envuelta en esa tenue luz, tan atractiva,
que reinaba en el momento de comenzar a rezar la comunidad
el oficio de las Horas de Laudes.
 

En el amanecer del primer día de Pascua, es decir, hace hoy siete días -el pasado domingo 17de abril-, un frailecillo carmelita descalzo atravesaba al alba, aún no amanecido, el casco antiguo de la ciudad que separa nuestro convento de la catedral. Este madrugador discípulo de Jesús -que no es otro que el padre Ángel María de la Cruz, del Desierto de las Palmas en Castellón-, había llegado a Santiago justo para presidir todas las celebraciones de esta Semana Santa y Pascua en nuestra iglesia. Ya es el segundo año que nos presta este servicio sacerdotal, que le agradecemos sinceramente.

De hecho, las celebraciones por él presididas han sido momentos de gran calado espiritual, con sus reflexiones -que más parecían meditaciones sobre la Pasión y Resurrección del Señor- llenas de densidad evangélica, que invitaban a  hacer de nuevo "memoria" de los acontecimientos más relevantes de nuestra salvación.

"Niño Fundador", traído por MM Antonia en 1748.
Probablemente una talla de la escuela de Montañés.

Hoy, en la octava de ese domingo de Pascua, en el llamado "domingo de la divina Misericordia", vamos a presentarles una pequeña serie de fotografías que difícilmente encontraremos más bonitas en ningún catálogo oficial de ilustraciones de Santiago de Compostela. Nos las ha proporcionado, como la primera felicitación pascual que nos llegaba... ¡a las siete de la mañana!..., el Padre Ángel de la Cruz. Así podemos ir siguiéndole, paso a paso, en esta pequeña aventura que nos recuerda a Pedro y a Juan, a María Magdalena y a las otras santas mujeres, apresurando el paso por las calles de Jerusalén para encontrarse con su Señor,  "que había sido crucificado y puesto en un sepulcro al atardecer"...

Con la necesidad espiritual que sentía, de ir a "buscar al Resucitado" al alborear el día,  no tuvo mejor idea que hacerlo visitando la Tumba cercana de uno de los primeros testigos que vieron la otra "Tumba" -vacía-, del Salvador: ¡nuestro Apóstol Santiago, el Mayor! En estas preciosas instantáneas, percibimos, efectivamente, que la luz que rodea los edificios y la catedral poesee esa suavidad matutina que se diferencia fácilmente de la otra luz que acompaña normalmente el ocaso o el atardecer. 






Antes de llegar a la catedral, el primer magnífico edificio: San Martín Pinario, originariamente un monasterio de monjes benedictinos. Actualmente edificio del Seminario Diocesano Mayor.




La "linterna" del Año Santo,  en la Torre de la Berenguela: ¡todo un reclamo de atenta mirada hacia la Luz del Resucitado, Cristo-Señor!







¡Los ojos maravillados de nuestro frailecillo saben dejarse fascinar por este espectáculo, detrás del cual se presiente ya la presencia de uno de los primeros Testigos de la Resurrección!







¡El primer peregrino de este Domingo 
que entra en la Casa del señor Santiago,
somos nosotros!... 

¡Cómo se sigue percibiendo la fresca luz tempranera que nos acoge!...





El trayecto que hemos ido atravesando tiene una meta grandiosa, como es siempre la meta de los millares de peregrinos que se acercan a Compostela: poder postrarse de hinojos ante la venerada Tumba, los Restos sacrosantos de nuestro Patrono: ¡Santiago, el Mayor, Santiago!


Aunque la fe es cierto que se recibe por el oído, ahora necesitamos sobrecogernos y sumergirnos en un prolongado silencio de contemplación...

¡En oración ante esta Tumba Apostólica, este año,

es más fácil creer en la Resurrección!...

Agradecemos a nuestro querido hermano en el Carmelo,  P. Ángel María de la Cruz, este saludo Pascual que nos dirigía mientras atravesaba estas rúas que recorren los lugares apostólicos de Compostela, buscando al que "no está aquí: ¡ha resucitado!". A todos reiteramos nuestro deseo de una santa Cincuentena pascual que esté toda bañada por el calor de esta Luz tenue, pero intensa e imperecedera que es Cristo, nuestro Salvador.

Surrexit Christus, Spes mea! Alleluia!


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