M. Mª Antonia y Santa Teresa de Jesús
Acabamos de vivir la fiesta de nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, con el grande gozo de siempre, compartido por muchas personas que se acercaron a la solemne Eucaristía de la tarde. Como todos los años, fue presidida por nuestro Sr. Arzobispo, y concelebrada por muchos sacerdotes. Trece este año, más tres diáconos. Además, contamos con la presencia en pleno del Seminario Mayor y todos los formadores del Menor. ¡La presencia de cada uno añadía a nuestra alegría!
Ahora, se aproxima la celebración que tendrá lugar en honor de la M. Mª Antonia el próximo día 26, por la mañana en Cuntis y por la tarde en la Iglesia de nuestro monasterio.
Es hermoso ver, entre los muchísimos modos en que la Providencia divina guió la vida de la Madre, cómo desde niña le hizo sentir un atractivo especial hacia Santa Teresa. Sin saber nada de la Santa, le atraía por ser de Jesús:
Con las demás devociones que yo tenía de rezar a santos, tenía a
nuestra santa madre desde muy niña, que le rezaba cada día, no más de por haber
oído que era muy santa; y como se llamaba santa Teresa de Jesús, le tomé
devoción. (Autobiografía, Trozo I, Parte I, fol 186)
Mucho antes de ser carmelita, se sentía ya profundamente identificada con la doctrina de la Santa Madre, y, sobre todo, con el estilo de vida que la Santa pensó para sus monasterios:
Lo más que leía en este libro, así para mí como para las demás, era
en Camino de Perfección, que parecía
nos estaba la santa madre hablando al corazón con aquella celestial doctrina,
que venía bien al modo de vida que yo quería tuviésemos, aunque no fuese tan de
presto en religión… (Autobiografía Trozo I, Parte I fol. 188).
En esa línea desarrolla toda su trayectoria, hasta que al fin de su vida resume todos sus consejos a sus "hijas venideras" en estas palabras:
Que todo se reduce a daros consejos tales cuales para que llevéis
adelante lo que profesáis, con toda la perfección debida y como nos lo aconseja
nuestra santa madre, de la que principalmente debéis tomar el modelo para saber
gobernaros y obrar lo mejor, como hijas verdaderas de tal madre.
Y
sólo a mí me pagaréis lo mucho que me ha costado esta vuestra casa, con que
hagáis lo que os suplico, en nombre de Dios y de la santa, que es el que no se
caiga un punto de la perfección con que empezó nuestra seráfica madre esta su
descalcez. (Edificio Espiritual Parte II Cap. 30 fol. 400).
¡Qué la intercesión de ambas nos alcance esta gracia!
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