En la intimidad de la celda 22:00 p.m

“Por esa divina Puerta quiero entrar, Padre y Señor de mi alma,

para que me laves en el mar inmenso de tu preciosa sangre

 y divina Misericordia”.

Madre María-Antonia de Jesús


Se ha tocado a silencio mayor. Procuramos no hablar ni hacer ruido. Recogidas en la celda el silencio profundo nos envuelve. La creación entera calla… ¡Qué calma se respira, la noche descubre su hermosura! 


A través de la celosía de la ventana, en el exterior, la oscuridad embarga el alma con sus místicas caricias, y el espíritu se adentra, confiado, en la belleza de la noche… Es tiempo libre: a solas con Dios.




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